Lecciones de Oriente


Si me decías hace diez años que tendríamos encuentros con selecciones asiáticas de este perfil hubiese sonado como una verdadera ilusión. Esta es una muestra más de la vitrina que representa el debutar en una Copa del Mundo, no sólo para los jugadores, sino para todo un país en los distintos ejes que conforman el sistema del fútbol dentro del mismo. Las dos selecciones más fuertes de todo el continente representarían una tarea de alto calibre para un combinado nacional en plena reconstrucción y sin técnico confirmado aún de cara a al próximo proceso eliminatorio. No hay nada más excitante en esta vida que afrontar retos irremediablemente complejos por representar la incertidumbre de la novedad, si uno nunca lo hace jamás saldrá de su zona de confort.

Si bien es cierto el año no ha sido nada bueno en resultados para Panamá (1 Victoria-2 Empates-8 Derrotas) no se puede pasar por alto el salto de nivel que han tenido los rivales, que con mayor capacidad técnica y táctica para llegar al área con mejores argumentos que el cambio largo desde la defensa hasta el delantero pivote o los jugadores por banda. Después de la euforia que causó la experiencia de haber jugado en Rusia, el primer golpe bajo lo propinó una Venezuela que, por potencial de plantilla y propuesta de proyecto, aspira a competir en el proceso rumbo al 2022 en Sudamérica. Fuera de las distancias técnicas y los tiempos de trabajo que salieron muy a flote en el compromiso, hubo algunos puntos altos a destacar. Ahora, además del jetlag y otras externalidades, había que jugar contra dos rivales muy duros.

Poner a Michael Murillo en contención respondía a la idea de una medular con capacidad de cobertura hacia las bandas, para cuando el equipo tuviese la pelota Godoy manejara con más comodidad para proyectar hacia adelante

Poco más de 38mil personas presenciaron en Niigata la contundencia con la que Japón pudo sacar una victoria con pocos contratiempos al forzar errores contrarios con muchísima facilidad por tener mayor cobertura de terreno por la velocidad. Y aunque es cierto que hay una mayor diferencia de goles entre las realidades futbolísticas de cada selección, quedó esa incómoda sensación que pudo haberse hecho un papel mejor. Aunque ciertamente quedó en evidencia que algunos jugadores no supieron aprovechar la su oportunidad en el terreno, la intención táctica no era mala; poner a Michael Murillo en la zona de contención respondía a la idea de una medular con capacidad de cobertura hacia las bandas, para cuando el equipo tuviese la pelota Godoy manejara con más comodidad para proyectar hacia adelante sin una presión difícil. 

Cuando se lo propuso, que no fue con mucha prisa en todo el juego, el local encontró espacios para escurrirse a las espaldas de los defensas. Para el complemento las cosas mejoraron en cuanto a protagonismo dentro de la cancha para la visita, siendo fundamentales los ingresos de Cooper y Martínez, este último, a opinión personal, se le ve mucho potencial de ser fundamental para este nuevo proceso, solo que precisa de más trabajo con el colectivo base para acoplarse en su totalidad. Con esto y tomando en cuenta los resultados recientes, el próximo rival debía ser una pesadilla en cuanto al resultado, pero para sorpresa honestamente se pudo trabajar muy bien el partido, recomponiendo desde abajo ante un equipo tan duro como Corea del Sur.

Si los japoneses trabajaron por el sector derecho de la defensa panameña, los surcoreanos lo hicieron por la izquierda para sofocar a la defensa con desborde tras desborde. Notable sin lugar a dudas fue la reacción ante dos goles abajo frente a un equipo que parecía tranquilo manejando el partido y pudiendo encajar más anotaciones. Se pudo responder a ese asedio con mejores anticipaciones a la circulación y llegando a presionar arriba cuando se pudo, forzando inclusive un fallo para el gol del empate. Las sensaciones cambiaron drásticamente de preocupantes a positivas porque el equipo se sintió más cómodo dentro de la cancha ante un equipo difícil. Una vez más fue evidente que a Panamá le sienta mejor jugar con un 4-4-2 que con el 4-2-3-1; dos delanteros merodeando el área rival pivoteando dentro y alrededores es mucho más peligroso que solo uno, también porque la posición de mediapunta requiere de un perfil con más inteligencia que fuerza o velocidad, una opción que puede ser trabajada con ciertas individualidades de este proceso.

Quedan dos jornadas de selecciones en el 2018. Habrá que esperar se confirme el nuevo entrenador, a cual varios apuntan será nuevamente Julio Dely Valdés, para sentarse a pulir el estilo de juego con el que se quiere trabajar rumbo a Qatar. De momento, hubo bastante para aprender del tiempo vivido en Oriente, ojalá haya sido notado por las entidades directivas de cara a una mejora preparándose para nuevas ilusiones.

Foto: AS América

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