Promesas del norte


Hace unos días conmemorábamos aquel remate en el suelo de Felipe Baloy para convertir el único gol en la goleada ante los ingleses, pero con la relevancia de levantar a todo un país porque jamás se había visto algo de esa magnitud. Muchos afirman que hay actitudes que ponderan la mediocridad colectiva, pero creo que recriminar aquella mañana de domingo sería un acto sacrílego sin tener que hablar como panameño, sino como amante del fútbol y de todo aquello que representa. Hoy, a poco más de un año de aquel éxtasis llamado Mundial vivir el presente se asume con expectativa, sea de la forma que sea.

La Copa Oro este año nos ha dado muchísimo en qué pensar sobre la zona Caribe, Norte y Centro América, pero muy cruel resulta valorarlo peyorativamente al usarse en comparación otras latitudes donde ciertamente la pelota se juega a mayor nivel gracias a factores que pasan por lo cultural o económico. Aunque a todos les fascinaría ver partidos con nivel Champions League todos los días, la tarea es bastante complicada, sobre todo en partidos de selecciones nacionales. Esta es la realidad de la zona y tampoco se han hecho méritos suficientes como para creer que el combinado nacional ande sobrado.

Panamá está lejos de ser la mejor selección del área, a varios peldaños de distancia. Entonces hay que saber hacer el enfoque desde los precisos niveles. Sin embargo, la magia de los torneos cortos es que cualquier cosa puede suceder, sino pregúntenle a los participantes de Copa América. Competir hasta el final representaba una de las mínimas obligaciones para un equipo recientemente mundialista, sabiendo lo que eso significa no solamente para el área sino para la perspectiva internacional que ahora no les parecen tan exóticos los enfrentamientos ante los nuestros. La derrota ante Jamaica nos hace tener esa desagradable sensación provocada por la hiel del fracaso que se pudo evitar, o por lo menos, que se pudo haber hecho mucho más por evitarlo.

Fidel Escobar aporta confianza al centro del campo con su capacidad defensiva y su buen toque para cambios de juego
A Julio le tocaba presentarse apuntando a una idea de juego bastante clara pero, por supuesto, con la premisa de que se estaban probando las cosas de cara a las eliminatorias. Con aciertos y fallos terminó por hacerlo. El técnico interino de la selección panameña demostró su postura de juego; un 4-4-2 bien marcado en la cancha, con dos futbolistas en el centro del campo para leer mejor las rupturas del juego rival y salir a toda velocidad con los carrileros acompañados por la verticalidad de sus laterales. Después de entenderlo, aprovechar el contexto, siempre. A esa idea se le ha sumado de forma muy buena la presencia de Fidel Escobar en el centro del campo, ya que si apoyar en las coberturas o meterse como tercer central no hubiese sido suficiente, además de circular bien a ras de suelo tuvo constancia al momento de buscar los cambios largos de juego. 

El problema sigue siendo la falta de gol. Hacemos breve memoria y los goles más importantes de Panamá han sido defensores. Hay material para trabajar los oficios tácticos que propone el entrenador con dos delanteros, un para ser el clásico pivote y el otro que arranca las jugadas fuera del área; el problema sigue siendo la urgente necesidad de convertir las ocasiones que se logran generar. Al no tener un creador o un ‘10’ y muchas veces meterse en el juego como la escuadra a defenderse exige una mayor capacidad de definición, mucho mayor a la que se tiene. Los volantes/extremos tienen mucha profundidad y capacidad -a notables revoluciones más arriba Bárcenas y Browne- de llegar hasta la línea de fondo con remate al arco incluido, pero sin un delantero con mayores virtudes resolutorias se convierte en argumento hueco. Al final del día, aunque duela entenderlo todo, no se puede borrar de la conciencia el malestar.

Parte elemental del fútbol es que uno gana y el otro pierde. Así no más. Toca dar vuelta a la página esperando primero que todo se defina el futuro del banquillo porque de nada sirve dar conclusiones ahora si nada va a ser medianamente similar. Buscar otro técnico a estas alturas pensando en los pocos días de preparación que queden para siguientes partidos oficiales será escaso, reafirmaría ese pensamiento general de que en Panamá somos expertos intentando emparchar cosas. Puede causar molestias el final de nuestro paso por la Copa, pero no podemos olvidar las lecciones que los días en el norte nos han ofrecido.

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