Pausar al vertical


Me picaban los dedos por volver a escribir. He encontrado una nueva oficina donde podré sentarme a explayar con claridad todo lo que viene pasando por la cabeza después de tanto tiempo. Seguir pidiendo disculpas a estas alturas sería más un insulto que una excusa, ya que terminamos haciendo exactamente lo mismo de siempre. Así que bueno, para un arranque de una temporada nueva no podía encontrar otra fecha tan pertinente como el arranque de la Champions. Aunque día a día se sigan mostrando en estas competencias el ansioso deseo de convertir esto más en una máquina de hacer dinero que en deporte, no le puedo discutir a absolutamente nadie que tener a lo mejor de lo mejor del fútbol élite en un solo torneo es alucinante, más cuando normalmente no decepciona.

Quería empezar con el mal momento del Inter, pero las constelaciones y la mala gestión por parte de Pochettino los últimos 20 minutos hicieron imposible que, por lo menos hoy, me mofara de la, hasta ahora, infructuosa gran inversión. Por eso es necesario trasladarse al territorio británico, donde dos equipos con suma potencia para campeonar medían fuerzas. Imposible dejar de recordar que es el primer encuentro del torneo y a veces hay muchos nombres así como ideas guindadas en el aire. Pero no deja de ser la primera impresión, la cual nunca va a dejar de contar sea aplicable en cualquier rama de la vida. Este martes 18 es difícil irse con un mal sabor de boca. Fuera de las bajas o carencias claras en diversos funcionamientos, es difícil sentirse indiferente a la Copa de Europa.

Si el evento no fuese suficiente, tener al Estrella Roja devuelta a los sitios donde su grandeza  histórica corresponde y a su afición agradecida por el honor funcionan para que cualquiera deje atrás su escepticismo. Es un mundo que cada vez busca y busca más plata, pero esos detalles de familiaridad entre el humano y su club adorado compensan todos los demás males. Es por ello que el fútbol jamás dejará de ser el mejor opio para los pueblos, en cualquier latitud donde se encuentre, especialmente en Inglaterra. Habiendo jugado el último día de la campaña pasada, se cae de su peso que hubiesen preferido abrir esta nueva etapa con la condición de Campeón defensor y con recuerdos menos desagradables en la retina que los dejados por aquella noche en Kiev. Con el conjunto parisino como primer obstáculo en tan largo camino, había que  dar una impresión contundente con seguramente, mismo libro de ideas bajo el brazo.

Van Dijk y la cotidianidad 

Para que llegue un juego y los dirigidos por Klopp no salgan a presionar necesitaría de una combinación de situaciones extremas muy desafortunadas; la filosofía no cambia ni siquiera ante uno de los presumibles rivales más duros que se puedan encontrar en el camino. La precaución con Firmino necesitaba una variante que Sturridge asumió sin mayores complejos, algo muy raro de entender. Sin embargo, la mayor inquietud la planteó el estratega alemán manteniendo un centro del campo donde un Keita podría dar mejor reacción que los tres indiscutibles del período anterior, aunque la simple presencia de Milner merodeando por ese sector ofrece un abanico de soluciones tácticas para armar una salida de juego, así como para destruirla.

De salida el visitante tuvo que trabajar con el desequilibrio producido por la baja de Verratti. Dadas las condiciones de la posición, se hacía muy difícil que un jugador con las características de Marquinho pudiese brindar alguna solución; para defender a esas alturas del campo se necesita una visión más periférica y una mejor entrega del balón. Para poder compensar esto el que más oficio tuvo fue el '10', que pese a no responder con goles se le nota una progresión táctica para asumir esa clase de responsabilidades. Carente de ideas con la pelota, el único argumento claro para usar fue el balón al espacio para ver si Mbappé o Cavani tuviesen un momento de lucidez con la velocidad o la fuerza.

Si tratar de fabricar juego así ante un equipo que te castiga el dudar un pase segundos, es más difícil cuando Virgil van Dijk está sobre calificado para entender los pases y los movimientos dentro de su área chica. El marcador final terminó evidenciando la constancia de conceptos, no necesariamente correctos, con los que ambos equipos pretenden ser competitivos hasta el final en la competencia. Creer que el centro del campo es exclusivamente para transición de la pelota y recuperación de la misma, aún teniendo extremos y laterales que pueden hacer el recorrido, termina comprometiendo en el momento menos indicado a cualquiera, dando como resultado partidos de cinco goles. Estamos con la balanza por completo inclinada hacia esa verticalidad, pero de vez en cuando es importante saber cuando dar la pausa.

Foto: UEFA | Getty Images

No hay comentarios

Publicar un comentario

© all rights reserved
Mano en el Área 2025