El nerviosismo rompe corazones


El tiempo está corriendo a un ritmo increíble. Las 32 selecciones hicieron su presentación oficial en el torneo y cada vez es más difícil poder aclarar los panoramas respecto a quienes se pueden perfilar como máximos candidatos para luchar por el título, y honestamente no hay nada más gratificante que eso. Sin embargo, las sensaciones generales en referencia a la idea de juego que la mayoría de los equipos ha venido demostrando en cancha a título personal no son positivas, pero en el camino se llega a comprender las cosas difícilmente marchan al ritmo que uno quiere.

Por eso y muchas cosas más, bendito sea el fútbol. Tanto que se le esperó al torneo y ahora avanza a un ritmo frenético. Este mes especial nos va a dejar a todos con la boca abierta, mucho más de lo que ya lo ha hecho en apenas siete días de competencia; creo que será bastante complicado dirimir finalmente el desenlace del próximo Campeón, lo cual a estas alturas, salvo cambios drásticos en actitudes y funcionalidades, se puede aseverar no será el mismo de hace cuatro años. Ahora, el repaso.

Colombia 1-2 Japón
Al principal candidato para ganar el grupo H vivió en carne propia lo feo que se siente el subestimar al rival, indiferente de sus posibilidades previas a la competencia. Obviamente una expulsión a menos de cuatro minutos de arrancado el partido te condiciona cualquier estrategia planificada, mucho más si el retirado de la cancha es el punto de quiebre entre la defensa y las jugadas ofensivas. El gran pecado de Japón en la primera mitad fue cederle por completo la pelota y los espacios para que los sudamericanos desarrollaran juego con uno menos; aunque el empate llegó a pelota parada, la circulación de juego rival se centraba básicamente en el penúltimo cuarto de terreno.

De forma intuitiva -no se requiere ser un erudito para verlo- recuperar el balón en los siguientes 45 minutos fue la respuesta a todos los problemas de los problemas de Akira Nishino. Sorprendió gratamente que la respuesta del combinado nipón a lo que Colombia quería se sustentó en el dominio de la pelota y no en apelar a una excesiva pasividad combinada con buena fortuna. Aunque parecía el conjunto con menor probabilidad de avanzar en este sector, hay que tenerle muchísimo cuidado a su buen oficio así como a sus letales transiciones.

Polonia 1-2 Senegal
Uno de los cabezas de grupo más inexplicables de toda la historia de la Copa vio derrumbadas todas sus ideas en un partido en el que se impuso la efectividad por sobre cualquier otra cosa. Mucha ilusión causaba ver al equipo que tiene a Robert Lewandowski como figura indiscutible, pero con dos generadores de fútbol tan bien dotados en capacidad de decisión como Piotr Zielinksi y Grzegorz Krychowiak. Mucho daño hicieron a un rival concentrado más en los movimientos sin pelota del delantero del Bayern que en las diagonales derivadas en aproximaciones por los costados.

Sin embargo, los europeos nunca supieron trasladar su superioridad en el marcador y se vieron abajo con un gol en contra. Cuando el miedo se apodera de la mente es muy difícil salir adelante; comienzan las imprecisiones y la ambición termina por convertirse en ansiedad, algo muy claro una vez llegó el segundo gol senegalés propiciado por una desastroza forma de devolverle el balón al portero. Aunque se pudieron meter en partido a 4' del final era muy claro que el partido ya estaba definido. Aliou Cissé ha logrado transmitir a tus pupilos esa determinación que lo llevó a superar obstáculos cuando capitaneó a su selección el Corea-Japón para darle ilusión a los suyos en ser, nuevamente, caballo negro del Mundial.

Rusia 3-1 Egipto
Honestamente esperaba un partido completamente distinto. Desde el arranque fue un compromiso muy enfocado en limitar al máximo la explosividad del adversario. La carga del partido la llevaba Egipto sin ninguna discusión ya que, entendiendo que lo más seguro en el otro partido del grupo termine en triunfo charrúa, irse con las manos vacías significaría de forma inmediata la eliminación. Poniendo en perspectiva lo realizado por los faraones en su debut, las diferencias en cuanto a la forma de jugar con Mo Salah en cancha son abismales; no solamente por la referencia que representa para los suyos, sino por la libertad que le brinda a los pasadores para entregar balones no tan necesariamente excelsos y que de todas formas puedan tener algún tipo de resultado positivo.

El gran obstáculo con el que se encontró Egipto fue la disciplina táctica de un equipo que por más goles realizados en su debut no había convencido, sobre todo a la salida de balón de Elneny. Y de pronto en 15 minutos de desconcierto africano los rusos consiguieron tres goles de ventaja. En el fútbol muchas veces lo difícil de superar no son las tácticas ni los marcadores, sino los momentos anímicos. Con cada llegada de los locales se generaba una desconfianza enorme entre toda la zona baja de los africanos. Ni siquiera el penal del '10' pudo cambiar la inercia del juego que a los 62 minutos ya estaba más que concluido. Los primeros clasificados a los octavos de final celebraron por sobre una de las selecciones que más ilusiones generaban, expectantes de la inminente eliminación al día siguiente. Fue un martes donde el nervio carcomió la entereza de nuestros favoritos.

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