Cada vez que me subo a un taxi o Uber busco sacarle conversación al conductor de turno, esa necesidad de compartir ideas es imprescindible a cualquier nivel de diálogo. Aunque a veces no haya conexión inmediata con la otra persona para sentirse en una charla de confianza, el fútbol es el tópico ideal para limar cualquier tipo de aspereza perceptible. Durante las últimas semanas a tan poco para el Mundial, he podido compartir impresiones diversas: desde Tagliafico como titular por izquierda en Argentina, la peligrosidad del recambio brasileño, mis expectativas marroquíes, la algarabía de amigos españoles hasta la inaludible relación de amor/odio para con la selección de Panamá.
No me deja de sorprender como a veces esto es todo lo que alguien puede necesitar para sacarse la tensión de un día laboral o los problemas del hogar, aunque haya que pasar por montañas rusas de alegrías y tristezas. El camino hasta el primer Mundial panameño ha tenido experiencias tan pero tan bizarras -en el sentido anglosajón de la palabra- que aún cuesta realizar la magnitud de lo que estamos tan cerca de vivir... faltando apenas 12 días. Es un fenómeno propiciado por el nervio, la expectativa y adrenalina que se manifiesta producto ella, la Copa del Mundo. Pocas cosas generan ese tipo de cosas en la gente.
No me deja de sorprender como a veces esto es todo lo que alguien puede necesitar para sacarse la tensión de un día laboral o los problemas del hogar, aunque haya que pasar por montañas rusas de alegrías y tristezas. El camino hasta el primer Mundial panameño ha tenido experiencias tan pero tan bizarras -en el sentido anglosajón de la palabra- que aún cuesta realizar la magnitud de lo que estamos tan cerca de vivir... faltando apenas 12 días. Es un fenómeno propiciado por el nervio, la expectativa y adrenalina que se manifiesta producto ella, la Copa del Mundo. Pocas cosas generan ese tipo de cosas en la gente.
Para los pupilos del Bolillo, la última prueba antes del debut en Sochi ha sido ante Noruega. Ciertamente los escandinavos no han tenido mucho protagonismo reciente ni en general hablando de relevancia para este deporte, pero cualquier proyecto que tenga a Lars Lagerback como puntal de lanza y con una camada de juventud emergente puede intimidar hasta al más aclamado de los estrategas. Apuntando a la idea de juego, el estratega colombiano dejó en claro su postura de juego con el 4-1-4-1 que será desplegado por el conjunto panameño en territorio mundialista; la base de centrocampistas Gavilán-Godoy-Cooper es innegociable para buscar fútbol generado más allá del famoso pelotazo, que gracias a todas las deidades se despliega cada vez menos en nuestras filas.
Hubiese parecido que ante Suiza se aprendió la lección, pero en esta clase de partidos la mínima pifia o duda termina costando el resultado final. Al equipo le tomó tiempo encontrar comodidad posicional en la cancha, sobre todo para balancear un costado izquierdo que hacía aguas con todas las habilitaciones a espalda del lateral. Cuando supo poner el balón a ras de suelo y sacarle la pelota a los noruegos, ya había un gol en la bolsa para intentar remontar. Para el segundo tiempo los europeos cedieron mucha más iniciativa y se mostraron cosas positivas en cuanto a la generación de juego, pero de nada sirve aplicarse tácticamente cuando hay dificultades para ver portería.
Me pareció muy curioso, hubo profundidad cuando Díaz y Murillo carburaron por la derecha, el balón circulaba desde los centrales hasta las bandas, pero cuando hacía falta devolver la pared o el pase al centro del área chica, nadie lo hacía. No sé si era el nervio o la falta de visión de juego para cambiar la pelota o buscar un disparo que diera rebote, pero muy poco se dio. Panamá ha tenido, tiene y por lo visto tendrá un problema en ofensiva tremendo, se sigue adoleciendo de esa picardía para el toque final dentro del área. Por lo demás se está notando el trabajo, pero adelante sólo es cuestión de atreverse.
Hubiese parecido que ante Suiza se aprendió la lección, pero en esta clase de partidos la mínima pifia o duda termina costando el resultado final. Al equipo le tomó tiempo encontrar comodidad posicional en la cancha, sobre todo para balancear un costado izquierdo que hacía aguas con todas las habilitaciones a espalda del lateral. Cuando supo poner el balón a ras de suelo y sacarle la pelota a los noruegos, ya había un gol en la bolsa para intentar remontar. Para el segundo tiempo los europeos cedieron mucha más iniciativa y se mostraron cosas positivas en cuanto a la generación de juego, pero de nada sirve aplicarse tácticamente cuando hay dificultades para ver portería.
Me pareció muy curioso, hubo profundidad cuando Díaz y Murillo carburaron por la derecha, el balón circulaba desde los centrales hasta las bandas, pero cuando hacía falta devolver la pared o el pase al centro del área chica, nadie lo hacía. No sé si era el nervio o la falta de visión de juego para cambiar la pelota o buscar un disparo que diera rebote, pero muy poco se dio. Panamá ha tenido, tiene y por lo visto tendrá un problema en ofensiva tremendo, se sigue adoleciendo de esa picardía para el toque final dentro del área. Por lo demás se está notando el trabajo, pero adelante sólo es cuestión de atreverse.
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