Un Mundial donde los temas principales suenan con un ''Dale'' o un ''La la la la la la... LEGO'' no apuntan a nada bueno, pero bueno, es lo que hay... Afortunadamente estas deprimentes canciones mundialistas no han afectado el nivel de este espectáculo.
El arranque de los octavos de final se dio con la selección brasilera ante una poderosa Chile, que se hizo con el respeto de todos los integrantes del torneo al eliminar al Campeón del Mundo en la fase inicial. A pesar del buen fútbol y la entrega mostrado por ambos conjuntos en los tres primeros partidos, este partido mostró el recelo y la cautela con la que ambos estuvieron en la cancha.
Poco entendible lo visto en este partido, donde Brasil mostró un pánico escénico de principio a fin, cosa que se reflejó en el campo cuando ningún jugador del centro de la cancha quería agarrar la pelota, por lo cual se vio un constante revoleo del balón por parte de David Luiz y Júlio César a lo que saliera hacia arriba, donde estaban Hulk y Neymar. Aunque parezca mentira, esa fue la tónica del partido brasilero, algo que era poco probable ver en la época dorada de esta gloriosa nación futbolera.
A un centímetro de la gloria
Después del empate de Alexis Sánchez, el entrenador argentino Jorge Sampaoli prácticamente le dijo adiós al fútbol ofensivo, entregando el balón y esperando... Dios sabrá qué, para que su equipo se hiciera con la victoria. A grandes rasgos uno puede presumir que el conjunto chileno estaba jugando para llegar hasta los penales, los cuales, a pesar de ser una lotería, fueron pateados de manera terrible por parte de los encargados de La Roja de Todos.
A pesar de la pobre actuación chilena, Mauricio Pinilla en el último minuto del tiempo extra pegó un balón en el poste de la portería local, quedando a un centímetro de la gloria.
Después de un gris partido, nadie quería patear los penales por parte de Brasil, ver a Thiago Silva, el Capitán del conjunto nacional llorando apenas finalizado el tiempo extra deja mucho que desear respecto a la preparación física y mental de esta ambiciosa pero joven camada de futbolistas. Hace poco más de un año parecían disipadas todas las dudas, pero el presente dice otra cosa lamentablemente.
Si hay algo más peligroso que el aspecto físico en este tipo de torneos es el aspecto mental y anímico, un equipo que su pilar más importante es el abrazo grupal donde todos buscan ser líderes aunque se les escuche la voz quebrada. Hay mucho camino por recorrer todavía, no en este Mundial, en la vida de estos futbolistas.