Panamá y las claves de un fracaso no admitido

Panamá cayó eliminada demasiado temprano de la Copa Oro 2025. Luego del subcampeonato conseguido dos años atrás y la actuación en la Nations League del pasado marzo, las expectativas de cara a esta edición eran muy altas de forma correctamente fundamentadas. Y es justo por esta razón, que el golpe del adiós fue más duro de asimilar.

La caída fue ante la selección de Honduras en cuartos de final. Aunque sentarse a analizar de manera puntual un compromiso donde el guardameta Menjívar tuvo un desempeño superlativo y fue el punto de inflexión claramente determinante, es más sensato reflexionar sobre la presentación panameña en el certamen de manera más global porque nos brinda un panorama más certero de los problemas de cara a futuro.

Brillante placebo

La suerte ubicó a los pupilos de Christiansen en un sector junto a Guadalupe, Guatemala y Jamaica, donde claramente el favoritismo era para los finalistas y se terminó cumpliendo. Tres victorias en tres partidos disputados dejaban bastante en claro la condición de Panamá como hueso duro de roer en el torneo y con argumentos necesarios para volver a discutirle el favoritismo a los futuros anfitriones del Mundial.

Pero... ¿era realmente así? Sin demeritar de ninguna manera la holgura con la que se ganaron los partidos iniciales del torneo, seguramente el mayor pecado (por lo menos referente a la percepción del público general) fue no dimensionar como se debieron los rivales de arranque. En primer lugar estuvo una Guadalupe que más allá de hacer dos goles dejó bastante en evidencia su bajo nivel individual y colectivo por la facilidad con la que algunas asociaciones panameñas hicieron más daño del que debía.

La solvencia para castigar a un rival que era más lento al momento de hacer transiciones de juego era un escándalo, pero luego al querer replegarse y dar la iniciativa al contrario se terminó por complicarse el plan de juego de forma innecesaria.

El segundo juego fue ante una Guatemala que terminó erigiéndose como una de las grandes sorpresas del torneo pero a la cual se le terminó ganando. Una victoria por la mínima que, justo como pasaría con Honduras, dio dos imágenes muy distintas de Panamá; la solvencia para castigar a un rival que era más lento al momento de hacer transiciones de juego era un escándalo, pero luego al querer replegarse y dar la iniciativa al contrario se terminó por complicarse el plan de juego de forma innecesaria. Pero bueno, victoria al fin.

Hay que decir que el examen de Jamaica estuvo completamente desvirtuado. Si bien es cierto en el papel los Reggae Boys eran los rivales más complicados previo al arranque de la competencia, la imagen que dieron los pupilos de Steve McLaren fue triste. Dio la sensación que no había nadie al volante en una plantilla que cuenta con futbolistas de primer nivel y que bastó una ráfaga de Ismael Díaz para dejarlos totalmente fuera de batalla.

Carrasquilla y la falta de gol

Panamá avanzaba con marca perfecta y las cosas no podían ir mejor. Más allá de que en el partido ante los chapines se le vieron las costuras al equipo en el repliegue, lo importante es que se había ganado y no había forma que el equipo fuese detenido... o esa era la teoría de todos.

Seguramente los resultados iniciales imposibilitaron que se hablase de un tema sensible con respecto a la convocatoria de Panamá: las bajas. De por sí la lesión de larga data de Bárcenas ha sido un gran inconveniente para el plan de juego del estratega nacional, no contar con Carrasquilla que indiscutiblemente es un puesto irremplazable en el once panameño era un golpe muy fuerte para la estructura.

Ante este escenario no cabe la menor duda que Christiansen movió las fichas para plantear soluciones interesantes. El Fulo Martínez asumió el rol de creador de juego, más adelantado a lo que habitualmente juega en la selección panameña con resultados muy satisfactorios por el buen pie que tiene el mediocampista que juega en el fútbol israelí. Una urgencia cubierta con otro futbolista del once titular, pero que dejaba otra posición importante expuesta. La respuesta del entrenador fue poner a un central como (Escobar y principalmente Harvey) contención; siendo dos jugadores a los que el salir jugando con balón dominado no se les atraganta pudieron fungir como líberos en esa posición.

Bajas sensibles, pero que también ponen en perspectiva que no hay una garantía frente al arco rival como en otrora supieron ser los Blas Pérez, Dely Valdés o Tejada.

Por muy bien que suene esto, ninguno de los dos tiene la claridad para ocupar en todo momento la posición que si no se controla bien deja completamente expuesto al equipo en transición... justo lo que terminó castigando a Panamá. Aunque decir que esto fue el principal talón de Aquiles del combinado nacional sería demasiado injusto, sobre todo cuando las sensaciones de fallo vinieron de más arriba.

Y sí, la delantera una vez más. Pese a que Guerrero y Tomás Rodríguez aportaron con goles a la causa junto a los grandes momentos de lucidez de Ismael Díaz (que terminó como máximo goleador del torneo), no se puede olvidar el hecho que los primeros referentes de área para Panamá son Fajardo y Waterman que no pudieron estar por lesión. Bajas sensibles, pero que también ponen en perspectiva que no hay una garantía frente al arco rival como en otrora supieron ser los Blas Pérez, Dely Valdés o Tejada QEPD. Detalle no menor ya que en el último partido de la participación panameña la dinámica del partido se puso cuesta arriba la no ser capaces de cerrar antes el encuentro.

Meter el dedo en la llaga definitivamente no es sano para nadie y menos en una sociedad que se ha vuelto adicta a la dopamina que brindan los triunfos, pero se hace necesario señalar las carencias que hubo pensando en el principal objetivo que es clasificar al Mundial... faltando poco menos de dos meses para empezar a definir cosas.

Un fracaso en todo el sentido de la palabra la participación de Panamá en esta Copa Oro. Más allá de la frustración por no ser capaces de haber competido más, uno de los principales sinsabores llega porque seguramente esta era la última oportunidad de figurar alto en un torneo con este cuerpo técnico que ha dado indiscutiblemente un salto de calidad.

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