Unidad


El tiempo ha pasado demasiado rápido. Hace unos cuantos octubres todos vivimos la eliminación que independientemente de las circunstancias, fue increíble. Aquel lúgubre escenario del Rommel pertenece ya la historia patria del fútbol nacional, y ahora estamos a pocas horas de que inicie el camino a la Copa del Mundo de 2018, donde Rusia entre tantos problemas albergará el tan codiciado torneo.

Kingston es la primera parada en búsqueda de la extenuante misión de meterse como uno de los tres directos de la CONCACAF o en su detrimento el cuarto que dispute el repechaje. A pesar de que la historia reciente nos favorece cuando hay disposición de sacar resultados positivos por esos lares del Caribe, la selección de Jamaica que se ha visto en el 2015 intimida a cualquiera, sobre todo cuando los resultados ni el rendimiento han sido los mejores.

Con todavía pendiente el primer partido, está en la mente de todos el hecho de que el siguiente rival será Costa Rica. A pesar del optimismo y la viabilidad de un resultado positivo por estar en casa, pero ante al rival que siempre ha sido un dolor de cabeza tanto para la afición local como para los once jugadores en cancha panameños.

Por si la incertidumbre deportiva fuese poco, dentro de propias fronteras las discusiones acaloradas en torno a la selección han sido por cualquier clase de cosa, menos futbolística. Cada uno puede seguir enlistando los condimentos que hacen de este momento bastante incómodo y altamente desalentador, pero en líneas generales esta descripción es lo más puntual que puede haber para hablar de Panamá.

El hermetismo de un estratega que no ha dado resultados y que cobra un dineral ante los medios, otra situación que no ayuda y que tiene a todos bastante estresados. Mirando el las circunstancias, lo más sano que entendería pudiese sucederle a nuestro equipo es quedar eliminado, situación que acarrearía una restructuración interesante, o por lo menos es lo que uno esperaría.

Una catarsis colectiva que sería resultado de una prematura eliminación sería ideal, pero es lógico que nadie quiere esto; la única forma de olvidar los problemas es mediante el éxito, mediante los resultados, mediante el alcance del sueño de toda una nación. Todos estamos de acuerdo en que es la forma más política pero ideal de solventar la crisis (no ganar en 12 partidos es una crisis), pero para ello hay que trabajar.

Nombres de la selección han pedido empatía a la prensa y aficionados, así como unidad de cara a enfrentar este cuadrangular eliminatorio. Unidad. Atendiendo a alguno de los conceptos que la Real Academia entiende de la palabra, es importante decir que estoy de acuerdo. Es necesaria la unidad para la misión que Panamá está por afrontar.

Unidad de criterios, unidad de rendimiento, unidad en resultados, unidad en todo. Para que los que desde afuera son parte del éxito o fracaso del combinado nacional (todos nosotros) lo más importante de todo es ser concientes de la responsabilidad que hay enfrente y aportar en la medida de lo posible lo que pueda ser útil para este objetivo.

Desde nuestra posición lo más importante es el apoyo pero con la total claridad de cuales son los límites reales de Panamá y observando las falencias que se crean necesarias mejorar de cara a que las cosas se den en un feliz término. Nadie gana cuando la selección pierde, por más que se le tilde a alguno de anti-nacionalista, un tópico que hemos de profundizar mucho en otra oportunidad.

La única forma de que las expectativas en esta eliminatoria se reencaminen será con la obtención de resultados positivos en estas complicadas citas de noviembre. Resultados positivos que cada uno tendrá su valoración de lo que esto puede significar, pero que representan el primer elemento de la soñada unidad.
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