Sin príncipes


Desde el sorteo esperábamos con ansias esta jornada, este enfrentamiento. Independientemente del orden de localía, todos nos frotábamos las manos de la emoción que generaba la posibilidad de ver al Real Madrid enfrentándose al PSG, dos equipos armados hasta los dientes y capaces de brindar un espectáculo digno de una ronda superior a fase de grupos de Champions.

En Le Parc des Princes los locales saltaban a la cancha con un temerario 4-3-3, protagonizado esencialmente por Zlatan, Cavani y Di María en el aspecto ofensivo. Del otro lado, el Real Madrid salía con un 4-4-2 con nombres inusuales para un partido de tanto calibre como este, puntualmente Lucas Vásquez o Casemiro, recordando que era casi obligatorio esto por las numerosas bajas del conjunto blanco.

Arrancaba el compromiso y eran los visitantes los que tomaban la iniciativa; por una banda y por otra, poco a poco iba retrocediendo el conjunto parisino. El partido sin haber transmitido mayor euforia o algo por el estilo ya tenía 30 minutos de transcurrido y las sensaciones no cambiaban en absoluto: parecía cuestión de tiempo para que el conjunto blanco abriese el marcador y los de la capital francesa estaban teniendo un desempeño que se pudiese categorizar como algo más que decepcionante.

Con la cantidad de bajas que tenía el Madrid, era el partido ideal para que el PSG pudiese demostrar la gran valía de su equipo más allá de las competencias nacionales.

Para la tranquilidad de la afición y el entrenador local, el descanso llegaba sin goles en la pizarra. Habían muchas deficiencias en el conjunto de Blanc, esencialmente con el poco contacto que tenían los jugadores más adelantados con el balón con excepción de Di María y Aurier quienes fueron los únicos realmente metidos en partido para buscar algo. Lo lógico parecía sacrificar uno de los tres delanteros y darle ingreso a Pastore para fungir como un enganche desequilibrante, pero el ex-internacional francés decidió mantener sus piezas intactas en la segunda mitad.

No había la necesidad de variar en el otro bando, porque con mucha tranquilidad los de Benítez afrontaron sus limitantes de plantilla y dominaban sin mayores complicaciones las acciones de un encuentro donde se preveía la llegada de su gol. Ni por los golpes de último momento se complicaba la visita, que sin lugar a dudas mostraba la solidez que posee.

De cara a la segunda mitad las cosas cambiaron un poco, con mayor presencia del PSG en la lucha para recuperar el centro del campo e impulsar aproximaciones por ambos sectores aunque sin mayor profundidad, pero lo importante es que se estaban haciendo sentir más en cancha. Con menos de 25 minutos en el reloj Blanc empezó a mover sus fichas, dándole ingreso a los esperados Pastore y Lucas Moura, siendo el segundo el que realmente empujara al conjunto francés en su misión de buscar algo más allá de evitar que el Madrid anotase.

Más allá de las intenciones, llegaba el final del compromiso sin goles. La fuerza de ambos equipos distó mucho de hacerse presente en París, aunque es importante hacer la salvedad que dentro de lo trabado del juego, la visita fue el único que realmente mostró ideas de lo que puede hacer, aún con diversas bajas. Por otra parte, más que decepcionante fue el performance local, que con todos los nombres que posee no tuvo el valor de afrontar a un diezmado rival.

No hubo espectáculo en la noche francesa, en París el parque se quedó sin Príncipes.
© all rights reserved
Mano en el Área 2025