Difícilmente encuentras una cancha en el mundo que haga tanto ruido como la del Santiago Bernabéu. Desde que llegas -como decía Eduardo Galeano, QEPD- puedes pararte dentro de ella y escuchas todas las celebraciones por las Copas de Europa consecutivas, las ligas, copas y muchos más partidos que han hecho grande a la institución afortunada de poder tenerla como su hogar. Al ruido habitual se le agregan millones de ecos más cuando toca disputar los partidos de esta competencia. Es la vitrina ideal para lo que sea, desde la revancha hasta ratificar cosas que en un momento dado se vienen observando o inocentemente esperado por referencias de terceros. Aunque el Campeón defensor nunca sea un rival ideal para enfrentarse, estar en ese campo es el sueño de todos en el mundo y muy pocos son los que pueden lograrlo.
Si dos semifinalistas de la edición anterior de la competencia miden fuerzas en el segundo día de competencias, es más que lógico el revuelo que genera en las personas poder ser testigos de tal compromiso. El siempre observado Real Madrid con una nueva gestión en aspectos importantes del juego ha sabido encontrarle la fluidez que requería un equipo sin el mayor referenciado de prácticamente la última década. La Loba llegaba como protagonista del torneo anterior también, pero con una convicción ajena a lo que les permitió tocar la puerta de la final previa; un equipo que se reforzó para aumentar el dinamismo hacia adelante pretendió esperar para vacunar al contragolpe, o sea, practicar una idea de juego que no dominas conceptualmente hablando... contra el Madrid.
La goleada era una realidad más que posible para los italianos apenas empezaron a retroceder líneas. Cierto es que donde menos te lo esperas llega una sorpresa que deja a todos fríos, pero acá desde el arranque se perfiló como algo complicado. Si encima de eso le agregas que tus jugadores que deben fungir como pasadores a profundidad se la pasan comprometiendo la salida, aunque en esto hay que excusar a Nicolo Zaniolo, porque salvo jugadores muy distintos, su debut con el equipo en estas condiciones no va a ser del todo agradable. Ir retrocediendo con la constante mirada a sus espaldas terminó por descolocar a unos por el ritmo o las condiciones de su respectiva zona, derivando en un dominio por completo de los españoles sin ningún tipo de discusión.
¿El resultado? Tres en la bolsa. Eso sí, todos de características muy técnicas para su ejecución final. Si bien no era ideal, era necesario que una de las apuestas del club romanista para esta temporada tuviese este tipo de fogueo. La marcha de Alisson al fútbol inglés era una baja muy difícil de suplir, por lo que la llegada de Robin Olsen, después de una notable presencia en el Mundial, siempre fue motivo de discusión tanto para bien como para mal. Sin embargo, el sueco demostró en esa cancha grande que el dinero que pagaron ha sido una inversión bien realizada. Normalmente cuando un guardameta es bueno dominando su área le puede faltar agilidad para tener unos reflejos agudos y viceversa, lo cual dista mucho de ser el caso del sueco. Es cierto que carece de preparación para la salida con pelota dominada, pero tiene argumentos de peso para brindar seguridad.
Si dos semifinalistas de la edición anterior de la competencia miden fuerzas en el segundo día de competencias, es más que lógico el revuelo que genera en las personas poder ser testigos de tal compromiso. El siempre observado Real Madrid con una nueva gestión en aspectos importantes del juego ha sabido encontrarle la fluidez que requería un equipo sin el mayor referenciado de prácticamente la última década. La Loba llegaba como protagonista del torneo anterior también, pero con una convicción ajena a lo que les permitió tocar la puerta de la final previa; un equipo que se reforzó para aumentar el dinamismo hacia adelante pretendió esperar para vacunar al contragolpe, o sea, practicar una idea de juego que no dominas conceptualmente hablando... contra el Madrid.
La goleada era una realidad más que posible para los italianos apenas empezaron a retroceder líneas. Cierto es que donde menos te lo esperas llega una sorpresa que deja a todos fríos, pero acá desde el arranque se perfiló como algo complicado. Si encima de eso le agregas que tus jugadores que deben fungir como pasadores a profundidad se la pasan comprometiendo la salida, aunque en esto hay que excusar a Nicolo Zaniolo, porque salvo jugadores muy distintos, su debut con el equipo en estas condiciones no va a ser del todo agradable. Ir retrocediendo con la constante mirada a sus espaldas terminó por descolocar a unos por el ritmo o las condiciones de su respectiva zona, derivando en un dominio por completo de los españoles sin ningún tipo de discusión.
¿El resultado? Tres en la bolsa. Eso sí, todos de características muy técnicas para su ejecución final. Si bien no era ideal, era necesario que una de las apuestas del club romanista para esta temporada tuviese este tipo de fogueo. La marcha de Alisson al fútbol inglés era una baja muy difícil de suplir, por lo que la llegada de Robin Olsen, después de una notable presencia en el Mundial, siempre fue motivo de discusión tanto para bien como para mal. Sin embargo, el sueco demostró en esa cancha grande que el dinero que pagaron ha sido una inversión bien realizada. Normalmente cuando un guardameta es bueno dominando su área le puede faltar agilidad para tener unos reflejos agudos y viceversa, lo cual dista mucho de ser el caso del sueco. Es cierto que carece de preparación para la salida con pelota dominada, pero tiene argumentos de peso para brindar seguridad.
No habrá sido la mejor noche del conjunto italiano claro está, pero dentro de la debacle queda de enseñanza la urgente necesidad de cambiar el parámetro de juego de cara a la próxima jornada de actividades y la confianza reforzada en la figura de Olsen, algo que siempre requiere de una serie de exigencias propias del peso de este compromiso para esclarecer incógnitas. Para Di Francesco debe ser bastante positivo haber encontrado la graduación de una potencial figura máxima de su equipo, aunque sea en la derrota.
Foto: Paul Hanna, Reuters
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