Antes que salga nuestra guía del Mundial el próximo 7 de junio, procuraré conversar con más regularidad del camino previo a la fiesta grande. Recordar lo enriquecedor que es exteriorizar ideas y emociones a través del fútbol hacen que mis olvidados motivos para escribir tomen nuevamente un aire, que para estas fechas encuentra escenarios y momentos óptimos para seguir compartiendo con quien se encuentra del otro lado. Como este deporte se alimenta en su más puro estado de la amalgama de emociones que el aficionado pueda tener, es prudente hablar de un equipo como Perú.
Sin tener una estela o argumentos completamente futboleros como para imaginársela siendo candidata al trofeo, no se puede discutir contra las ganas de un país que ha esperado 36 años para meterse de nuevo en la fiesta grande y que vivió una novela casi surreal con todo lo sucedido con Paolo Guerrero. Es uno de mis favoritos para animar este Mundial porque de la mano del Tigre Gareca han encontrado una idea bastante clara de juego, siendo un factor que constantemente buscan pulir a tan poco tiempo previo al debut de su grupo contra Dinamarca, en lo que se perfila como el partido que podría ir definiendo el otro cupo para octavos, asumiendo claro que Francia ganará el grupo.
Llamativa prueba a esta idea sin duda lo ha sido Arabia Saudita este domingo. El encuentro fue una muestra de lo que te exige el fútbol moderno con sus acelerados tiempos para generar y cortar oportunidades de gol. Ya nadie apuesta a revolear la pelota aún cuando los rivales sofocan cada centímetro de las líneas de pase disponibles, algo que pagaron muy caro los asiáticos con su deficiencia para resolver con mejor criterio las pocas oportunidades que les brindaron infructuosas posesiones. Pero fuera de las obvias deficiencias, no es un secreto que los equipos de estos perfiles puedan volverse un dolor de cabeza, dejando de brindar facilidades como las perceptibles diez o doce años atrás.
Buscando un termómetro para el nivel al que Australia tuvo que enfrentarse para llegar a Rusia, los peruanos fallaron en imponer condiciones de forma indiscutible en un sector sensible como el centro del campo ante un rival tildado como inferior; alivio resulta aquella capacidad de forzar errores tan cerca de la portería contraria con la que pueden contar, sobre todo en la figura de un Guerrero con poco ritmo de competencia, pero con ese deseo insaciable de obtener revancha por los contratiempos que ha debido enfrentar en estos meses. Claro, hay que ver igualmente las facilidades que el rival pudo ofrecer.
No será el partido más recordado solo porque incluye a Arabia Saudita entre los protagonistas y claro, porque lo ofrecido de su parte solo sigue alimentando todos esos estereotipos existentes. Aun así, los sudamericanos encontraron un pedazo de casa en los menos de 19 mil aficionados que abarrotaron una cancha en Saint Gallen... en Suiza, a miles de kilómetros de casa. Cuando todavía busca pulir las ideas esta selección, se encontró la satisfacción de saber que no están viajando solos a defender la ilusión.
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