Sin discusión alguna, el triunfo de Portugal en la Euro ha sido una verdadera sorpresa para todos. Ni el más optimista de los seguidores lusitanos veían posible que este combinado nacional se pudiese hacer con el título disputado en territorio francés, mucho menos después del pobre debut ante la sorpresiva Islandia. Parecía, y era, una misión difícil para una selección tan cuestionada, pero lo cierto es que el primer título a nivel de selecciones mayores para esta nación es una realidad.
Cuando Fernando Santos presentó la lista de convocados para el torneo, no había la menor duda que esta históricamente cuestionada selección se enfrentaba a un proceso de renovación, siendo la justa el sparring ideal para esta camada de futbolistas que se apoyó en la lógica base de veteranos que, por más que los resultados no les han acompañado, no dejan de ser una fuente importante de la identidad portuguesa dentro del campo de juego.
Distante de ser ideal la preparación, el debut no dejó a persona conforme o satisfecha con lo visto. Dos partidos después, la dinámica seguía siendo igual de pobre, pero les bastaba para hacerse con un puesto entre los 16 últimos del torneo, dado el nuevo formato de la competencia. Un estilo de juego aburrido completamente y predecible, dado que el juego era buscar por arriba a un estático Cristiano Ronaldo, el cual al estar siempre cubierto imposibilitaba que esta estrategia tuviese los frutos que tanto buscaban. La forma de jugar recordaba aquel triste paso por Brasil 2014, muy a pesar de estar en la siguiente ronda.
Los octavos deparaban a una Croacia que prometía mucho, pero que en promesas se quedó. Ricardo Quaresma a tres minutos de los penales definió al ganador del peor partido de todo el torneo, parecía que la suerte lusitana no duraría mucho más, menos cuando Polonia sería su próximo rival. La ronda de cuartos de final tuvo un encuentro menos desesperante que en la ronda previa, donde una clara mejoría hubo desde lo táctico para regresar de atrás y aguantar hasta en la tanda de penales en donde un fallo de Kuba los envió a las semifinales.
En el primer partido en las rondas de eliminación directa en que salían como favoritos, ante Gales en semifinales, la diferencia se notó. Un CR7 metido en compromiso junto a la presión incesante de los volantes/laterales, así como el trabajo en el centro del campo, hicieron posible la primera victoria dentro de los 90 minutos de la selección portuguesa en todo el torneo. Sin posibilidad a ingresar críticas, este equipo ya era finalista.
Con todo en contra, desde la salida del mejor jugador arrancando el partido y pasando por estar en territorio enemigo, Éder apareció en el inicio del segundo tiempo extra para poner el gol del triunfo. ¿Con qué cara todos los que cuestionamos lo que estaba haciendo este equipo saldríamos a explicar lo sucedido en el Stade de France el domingo? Claro, soy honesto y me incluyo en la lista de detractores de este equipo.
En principio, no hay explicación. Portugal se convirtió en otro relato curioso del fútbol y especialmente de las Eurocopas, que con Dinamarca y Grecia ya habían antecedentes más o menos recientes de lo sorpresivo que puede llegar a ser este juego. Sin embargo, quedarse con esa idea no satisface del todo, hay que ahondar más, principalmente en el entrenador. No acreditarle parte importante del éxito a Fernando Santos sería injusto; armar un equipo que en principio no aparenta ser competitivo, sólo ganar un partido dentro de los 90 minutos en seis disputados, distar de tener un estilo de juego atractivo y aún así ser los nuevos monarcas del viejo continente... evidentemente no tiene precio.
Con más apoyo moral de Cristiano que de juego, la plantilla también se las ideó. Adrien Silva, Raphael Guerreiro, Renato Sanches y Joao Mario como la cuota joven que no dejó de trabajar en la recuperación y proyección de juego, Pepe impecable y por supuesto, un Rui Patrício que se consagra como un portero legendario tras la sublime final disputada. Cuando se ausentó el juego colectivo atractivo, la estrategia fue aplicada a la perfección por estos jugadores, que egoísta o no con el espectáculo, al final del día terminó funcionando.
Para quien sigue este deporte el pensar en el título luso sigue siendo hasta cierto modo increíble. Pero ya una vez comprendido que es la realidad, hay hechos que quedan tras este título que se prestan para analizar a profundidad. Hay una vieja premisa que siempre rezan los futbolistas cuando llegan a torneos cortos: ''Para ser Campeón hay que ser el mejor y ganarle a los mejores''... después de lo vivido este año en Francia, podemos decir que los nuevos Campeones de Europa llegan rompiendo paradigmas.