El pasado domingo finalizó la temporada 2015/16 del fútbol holandés. Procuré tomarme unos días para poder hablar de la forma más política posible sobre el resultado del campeonato tras lo ocurrido en el cierre del fin de semana, ya que lo ocurrido en la jornada 34 dejó a todos, absolutamente a todos sorprendidos. En el país de los tulipanes aficionados y ajenos al fútbol presenciaron otro de los episodios especiales del fútbol, en donde contra todo pronóstico el PSV se coronó Campeón de la Eredivisie gracias al empate que el líder Ajax sufrió en casa del penúltimo de la clasificación De Graafschap.
No había palabras para describir la amargura de la decepción que circulaba por el paladar de todos los aficionados del club de Ámsterdam, incluído este servidor. La única muestra de emociones posible, es justamente el de este aficionado que se lleva las manos a la cabeza cuando veía en una plaza de la capital holandesa el desenlace del campeonato doméstico. Fue algo sencillamente increíble. En la vida siempre se aspira a ganar porque hay pocas sensaciones comparables con la satisfacción del éxito, pero al perder pocos están preparados para soportar el peso anímico que ello representa, aparte de significar, ya sea mucho o poco, un golpe al orgullo de cada individuo.
Pero así es el fútbol. Algunas veces se hace necesario tener emociones como tales, las cuales sirven de enseñanza, pensando siempre en no repetir los errores de cara a un futuro que, para el Ajax deberá ser cercano. Para quien siguió la temporada del fútbol neerlandés comulgará con el hecho que el el PSV ha sido un justo Campeón por demostrar su superioridad sobre el resto de clubes y por tener cualidades que no se pueden encontrar en otras instituciones. Sin embargo, una perspectiva desde el ángulo de quien pierde nunca es tan escuchado como el de quien gana... además que es mi equipo y quiero hablar de él.
Las compras más importantes desde que Frank de Boer ocupa el banquillo Godenzonen se dieron en el verano de la campaña que recién finaliza. Como de costumbre, el equipo perdió una que otra pieza, pero con las incorporaciones y la tradicional adición de juveniles, con más entusiasmo que nivel, el equipo tenía con qué para hacerle frente a la temporada. Haber perdido la campaña previa había sido un golpe duro por la contundencia con la que se dio, pero con el equipo de Eindhoven preocupado también por la Champions League, había esperanzas grandes.
Obviando el fiasco de la previa de Champions y fase de grupos de Europa League, además de la insólita/traumática eliminación en la KNVB Beker, quedaba todavía una liga en la que habían mostrado esa solidez y contundencia que se había perdido en el torneo anterior, llegando a ser hasta campeones de invierno, algo que no sucedía en muchos años para un equipo que parecía volvería a sus días felices.
Algunos sobresaltos a lo largo de 33 fechas tanto de unos como de otros dejaban todo para la última fecha, aunque parecía ya definido. Parecía. Si el Ajax ganaba al De Graafschap, el PSV tendría que lograr una victoria por más de seis goles en casa del PEC Zwolle para coronarse, algo que era un trabajo prácticamente imposible. Al final los de Eindhoven ganaron sin problemas en calidad de visitante, pero dos minutos después de finalizado ese compromiso se consumaba el empate del que, hasta esa fecha, tenía la liga prácticamente en su bolsillo.
En el partido más importante de la temporada, el equipo del fútbol total se dedicó a jugar al pelotazo para algún remate aéreo de Arek Milik que sentenciase las cosas. Cuando los de Doetinchem empataron el encuentro, la estrategia cambió a su base original del balón a ras de suelo, pero sin éxito y terminando toda la plantilla capitalina en un mar de lágrimas... y jugando al pelotazo. Desde el principio la alineación mostró falencias garrafales, en donde sólo Nemanja Gudelj, Jasper Cillessen y Amin Younes podrían decirse como excluídos de las críticas; no correr los balones y defender jugadas con excesiva displicencia terminan marcando una tarde de pesadilla.
Como principal responsable de todo, Frank de Boer. Luego de cinco años en donde se vivió desde el éxito hasta el fracaso ya ha dejado claro que su proceso con el club no puede seguir, algo que fue confirmado horas atrás. Aportó un nivel de competencia interno tremendamente alto, lo que obliga a todos los futbolistas a ser mejores, pero a su vez tomó decisiones ciertamente complejas que le han traído el fracaso en sus objetivos al club ajacied y sobre todo, perder su identidad, algo inadmisible.
No queda más que felicitar al PSV nuevamente por una Eredivisie más a sus vitrinas, esperando a que vuelvan a repetir su gran participación en Champions. Pero, este era el momento de ahondar en el fracaso y ponerlo en su justa medida.