Con el 55.55% de los votos en una segunda ronda, el suizo Gianni Infantino se convirtió en el nuevo presidente de la FIFA, superando al Sheik Salman Al Jalifa. Una elección histórica tras tener que darse una vuelta adicional de votaciones por la paridad que se dio en la primera mitad de toda la pintoresca ceremonia que se dio en la sede del máximo ente rector del fútbol mundial, habiéndose quedado en el camino gente como el Príncipe Ali bin al Hussein y Jerome Champagne.
Una decisión que se llegó a tomar sin mayores sorpresas para la opinión pública luego de que se dieran a conocer los candidatos, puesto que el calvo de los sorteos UEFA era el nombre que mayor impacto mediático tenía, no sólo por la federación a la cual representaba, sino por su conocido recorrido en cuanto a los eventos que previamente he mencionado.
Habitándose las referencias políticas, como recién electo, el flamante presidente reza aires de cambio y mayor transparencia en las gestiones de una de las entidades más cuestionadas en el último año de todo el mundo. El cambio es lo que en definitiva se necesita, y tras múltiples escándalos, muchos de ellos con ondas expansivas que todavía tocan a personas al día de hoy; sin embargo, no ha quedado del todo claro cómo ese cambio se dará de una forma que cimiente, si es que se puede, de nueva forma la credibilidad de esta entidad.
Cierto es que ya el equipo del nuevo suizo ha dado a conocer, e inclusive a poner en práctica, las presuntas vías de cambio: transparencia con los números de la entidad, agilización de investigaciones, mayor grado de participación para todas las federaciones nacionales existentes. Estos puntos al leerse o escucharse parecerían sacados completamente de algún discurso al mejor estilo sección de respuestas en Miss Universo.
Toma mayor peso esta connotación cuando se entiende que la verdad se maneja de forma parcial entre estos individuos sin escrúpulos. Muchos se cuestionarán el porqué de la indiferencia hacia Infantino cuando los meses de gestión del mismo son escasos. Sé que otros entienden mi pesar plenamente, pero para los que no, enlisto los motivos para seguir sintiendo pena por la administración de nuestro deporte:
El discurso pacifista y renovador de Infantino tiene falencias muy palpables. A pesar de que han transcurrido algunos meses de esta decisión tomada por el conglomerado de sanguijuelas que conforman a las juntas directivas de las federaciones nacionales, no puedo quitarme el mal sabor de boca que me deja, pudiendo asegurar sin temor a equivocarme que en FIFA seguirá la fiesta.
Habitándose las referencias políticas, como recién electo, el flamante presidente reza aires de cambio y mayor transparencia en las gestiones de una de las entidades más cuestionadas en el último año de todo el mundo. El cambio es lo que en definitiva se necesita, y tras múltiples escándalos, muchos de ellos con ondas expansivas que todavía tocan a personas al día de hoy; sin embargo, no ha quedado del todo claro cómo ese cambio se dará de una forma que cimiente, si es que se puede, de nueva forma la credibilidad de esta entidad.
Cierto es que ya el equipo del nuevo suizo ha dado a conocer, e inclusive a poner en práctica, las presuntas vías de cambio: transparencia con los números de la entidad, agilización de investigaciones, mayor grado de participación para todas las federaciones nacionales existentes. Estos puntos al leerse o escucharse parecerían sacados completamente de algún discurso al mejor estilo sección de respuestas en Miss Universo.
Toma mayor peso esta connotación cuando se entiende que la verdad se maneja de forma parcial entre estos individuos sin escrúpulos. Muchos se cuestionarán el porqué de la indiferencia hacia Infantino cuando los meses de gestión del mismo son escasos. Sé que otros entienden mi pesar plenamente, pero para los que no, enlisto los motivos para seguir sintiendo pena por la administración de nuestro deporte:
- Arropar las injusticias. Para muchos, el único antecedente que conocen de Gianni Infantino se resume en el hecho de que era quien llevaba los sorteos UEFA; ante esto, se hace falta completar las ideas. Cada vez que suceden incidentes arbitrales en la Liga de Campeones que ameritarían llamados de atención serios y en algunas ocasiones hasta investigaciones serias, siempre cambiaba la mirada y pedía que se olvidasen estas situaciones, siempre apelando a la trillada excusa del error humano.
- Mejor mal acompañado que solo. No podemos quedarnos únicamente con su actitud sobreprotactora para algunos sospechosos, puesto que hay algunas perlas brillantes en su cotidiano vivir. Pese a no haber estado señalado directamente en nada de los casos FIFA, es amigo íntimo de Jerome Valcke, señalado como uno de los principales beneficiados a lo largo de los últimos años de sobornos y pagos de dudosa utilidad dentro de la entidad, tanto así que ha sido apartado de su cargo. Por otra parte no se puede olvidar el hecho de que fue secretario de Michel Platini, quien pintaba como el caballero blanco para liderar el cambio, pero las investigaciones abiertas hoy han manchado por completo su reputación. Sería muy inocente pensar que nuestro honorable Gianni tuvo algo que ver en esos negocios turbios...
- Millones de amigos. Una de las promesas que sin lugar a dudas lo catapultó frente a las distintas federaciones nacionales que le dieron su voto fue la del pago de una cuota de aproximadamente unos 6 millones de dólares anuales para cada una en pos del crecimiento del fútbol a nivel global. Si hoy en día es complicado fiscalizar a este ente, imagínense cuando empiece a repartirse este dinero, el cual esperemos que al menos la mitad sea destinada en realidad para el fútbol.
- Familia grande. Un Mundial de 40 países. Por si hacía falta alguna otra manera de hundir este deporte, aumentar la cantidad de participantes del torneo más importante de todos sólo para darle oportunidad de crecimiento a todas las naciones, cuando en relidad lo que se está haciendo es disminuir el espectáculo y exponer a figuras aseguradas en millones de dólares a lesiones inocentes y sin mala intención pero normales por las diferencias de nivel.
El discurso pacifista y renovador de Infantino tiene falencias muy palpables. A pesar de que han transcurrido algunos meses de esta decisión tomada por el conglomerado de sanguijuelas que conforman a las juntas directivas de las federaciones nacionales, no puedo quitarme el mal sabor de boca que me deja, pudiendo asegurar sin temor a equivocarme que en FIFA seguirá la fiesta.