Ayer fue un día bastante especial. Pudimos ver de todo, hasta sustos grandes en Inglaterra, donde sin lugar a dudas el tema de la Champions a mitad de semana afectaba las estrategias de algunos entrenadores y podría decirse que hasta de los jugadores en sí. No se les puede culpar, siempre en esta clase de torneos hay incentivos importantes, sin contar el lógico prestigio que acarrea.
Contando todas estas circunstancias, el Guisseppe Meazza estaba listo para recibir a su equipo, que sigo insistiendo por criterio muy propio en el hecho de que fue uno de los que mejor se reforzó en toda Europa, estaba buscando alcanzar el liderato de la liga nada más y nada menos que ante el líder, la Roma que llegaba en gran forma e inclusive de un loco empate a cuatro goles en Alemania.
La responsabilidad de este partido era la máxima para ambas escuadras, lo cual hizo posible que viésemos alineaciones estelares. Mancini y García querían que el encuentro fuese considerado realmente importante. Misión cumplida.
Mucha más convicción tenía el conjunto visitante para realizar labores ofensivas, en lo que era una clara muestra de que el conjunto capitalino quería dar el golpe en calidad de visitante. Durante el primer tiempo Gervinho y Salah desbordaban a profundidad ante la lentitud e incapacidad como tal de los laterales defensivos del Inter, que de no ser por la poca efectividad de Dzeko por arriba y con los pies en repetidas ocasiones, hubiese terminado la primera parte con una amplia ventaja.
A muy pocos les viene bien con el perdonar... La Roma no fue la excepción y pagó con la derrota.
Esto no se dio. La puntería no estuvo a la altura de las ocasiones generadas por parte de La Loba. Falta de empuje ocasionaba infructuosas aproximaciones a la portería local, aunque no se puede pasar por encima la figura de Samir Handanovic, que en el primer tiempo tenía intervenciones interesantes.
Como a pocos se les da bien el perdonar, la Roma no fue la excepción y sufrió por la variedad de ocasiones despediciadas; el Inter se adelantaría recién llegada la media hora del compromiso con un puntual gol del chileno Gary Medel. Después de una recuperación de Jovetic y un pase casi picado, de una distancia ya pudiéndose considerar como 'lejana' que viajó tan pegada al palo que Szczesny* no podía hacer nada para impedir el gol del conjunto local. Estalló la grada por la calidad de gol que habían presenciado los espectadores de la tarde en Milán.
En la segunda mitad seguirían siendo los visitantes los conductores de la pelota y de la iniciativa en general del compromiso. García en ningún momento dejó de arriesgar y buscar el partido cuando dio ingreso a Iturbe y Falqué, propiciando desbordes de ambos conjuntos, siendo esto reflejo de un espectáculo digno de lo que se esperaba.
De todas las formas posibles lo intentaba La Loba. Las jugadas terminaban de forma errada por parte de los delanteros mismos o por Handanovic con unas intervenciones espectaculares, propias del jugador más importante del partido. El muro defensivo de Mancini tenía éxito conforme transcurrían los minutos y mucho más después de la expulsión de Pjanic.
El Inter ahora es líder junto a la Fiorentina luego de esta victoria que sin mayor nivel de espectáculo pudo conseguir. Ayer fue un día de sustos y disfraces, donde indudablemente el portero esloveno de los nerazzurri no es necesario disfraces para ser un salvador; sin utilizar capa, demostró que los héroes existen.
* Siempre tengo que parar de escribir para copiar de Google y pegar aquí el apellido del joven guardameta polaco.