Se acabó una nueva participación de Robert Lewandowski en Copas del Mundo y sin poder tener certezas que sea o no su última actuación, queda muy claro que el excelso delantero que ha deslumbrado en el fútbol alemán y en su interesante arranque de carrera con el Barcelona muestra una versión sumamente discreta cuando toca jugar en escenarios grandes. ¿A qué se debe esto? La respuesta fácil y rápida sería el decir que arruga en cuando realmente hace falta, pero esa sería una afirmación muy simplista tomando en cuenta los partidos importantes que ha disputado a lo largo de su carrera.
Es una realidad que abarca matices mucho más profundos, como el primero en mente a destacar sería el hecho de defender a la selección polaca. Polonia no es ni de cerca una de las selecciones top de UEFA; pese a su regularidad metiéndose en torneos internacionales de renombre y con un permanente listado de futbolistas que se desempeñan en las mejores ligas del viejo continente, está catalogado -sin ánimo de ofensa- como un conjunto de segunda línea, apenas clasificando a nueve Copas del Mundo con resultados discretos, premisa que solamente se ha cuestionado con el tercer lugar conseguido por esta selección en Alemania '74... Mundial que transcurrió hace casi 50 años.
Pero decir que la historia y la costumbre limitan el rendimiento de un futbolista es algo sumamente irresponsable, por lo que mejor aterrizamos en los contextos que ha tenido que vivir Lewa con Polonia. Aunque a muchos les cueste creerlo, el delantero apenas ha estado -con la actual- en dos citas grandes del fútbol, pasando sin mayor pena ni gloria en Rusia al despedirse en la fase de grupos sin ningún gol.
En Qatar se entienden sus funciones como la voz cantante de una selección que logró clasificarse a los octavos de final con lo justo. Esencialmente, el conjunto polaco entendió que su mejor manera de hacer daño era replegado, aspirando a explotar la verticalidad que le pueden ofrecer algunos futbolistas de buen pie y confiar en la capacidad de su mejor futbolista; sin embargo, este plan tenía demasiadas falencias en cuanto a concepto.
Robert es un delantero muy potente y habilidoso a pesar de su estatura, pero a diferencia de muchos pivotes de área -como podría ser Giroud-, necesita estar en contacto constante con la pelota para tener incidencia directa en el encuentro. Si bien es cierto esta premisa se vio limitada fuertemente por lo referenciado que estaba por las defensas rivales en primer momento, mayormente se pudo ver poco del futbolista por la distancia existente entre él y sus compañeros en la cancha.
Es sumamente difícil poder protagonizar un ataque o hilar jugadas ofensivas cuando como referente de área tienes que bajar 40 metros de tu posición habitual para tener contacto con el balón, por eso es que vimos muchas de las jugadas de peligro polacas iniciadas en tres cuartos de cancha por parte de su capitán. ¿Tendremos la oportunidad de ver nuevamente a Lewandowski en un Mundial? Aunque no sea una idea descabellada por la edad (32 años) queda bastante claro que esta fue la última vez que lo vimos en su peak de nivel.
Queda un sinsabor amargo de que uno de los mejores delanteros de nuestra época haya tenido la vitrina grande para demostrar su calidad, pero lo cierto es que la sensación de que ha quedado a deber no se puede borrar del pensamiento colectivo tan fácilmente.
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