Las heridas del olvido


Recuerdo que para el Mundial del 2010 me compré la camiseta de Países Bajos con el dorsal de Arjen Robben, haciéndome la promesa que para cada torneo grande donde la Oranje llegase a competir actualizaría la indumentaria con el dorsal del ídolo del momento en la selección. Como siempre he sido muy simpatizante de intentar prever a la próxima figura a seguir del mundo fútbol tiraba cabeza de ver quien podría ser el nombre que llevaría en la espalda, y en ese mismo año lo tenía bastante claro: Ibrahim Afellay

A pesar de ser aficionado Ajacied no podía tapar el sol con un dedo; el oriundo de Utrecht siempre una debilidad para mí por su capacidad de desequilibrio, regate y un golpeo de balón que hacía renegar con la cabeza a todos los porteros del campeonato tulipán. Era un jugador diferente con un techo altísimo y por sobre todas las cosas, un líder capaz tanto de impulsar como motivar a quienes jugaban a su alrededor. Para esas épocas ya estaba demorando demasiado en dar el salto a alguna liga de mayor envergadura a nivel internacional. 

Y le llegó la posibilidad de llegar al FC Barcelona. Sinceramente parecía un salto demasiado ambicioso tomando en cuenta la competencia que tendría para hacerse con un hueco en la terna ofensiva, pero que por perfil parecía de sobra un futbolista con condiciones óptimas para la filosofía de juego culé y sobre todo de lo que buscase Pep Guardiola en un extremo. Sin embargo, historia de gloria a la que Afellay estaba supuestamente destinado a vivir vestido de blaugrana nunca se consumó. 

Un regate y un pase. Aquella jugada en el Santiago Bernabéu por las semifinales de Champions donde limpió del camino a Marcelo y le puso el balón a Messi dentro del área para que definiese tan cerrado encuentro fue todo lo que se le recuerda de blaugrana. La complicada tarea de encontrar continuidad siendo nuevo en un equipo donde tienes a David Villa, Pedro y Bojan (en su mejor momento) se le puso más cuesta arriba al necesitar una operación para la reconstrucción del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha.

Para quienes le seguimos desde sus pininos esto fue un golpe al corazón. Esa lesión le puso la cruz prácticamente, cerrando la posibilidad de triunfar no solo en el Barça, sino en su carrera. Imposible en el Schalke, Olympiakos, Stoke City... la regularidad y relevancia de problemas musculares hicieron que el bueno de Ibrahim recibiese el castigo más grande que pueda tener un futbolista: la imposibilidad de pertenecer. Muchos pensarán que es más traumático lo que sus huesos y músculos vivieron; esas heridas sanan, pero las emocionales no lo hacen con tanta facilidad.

Volver a Eindhoven era el movimiento más lógico, pero ni siquiera en casa pudo asentarse. Firmó para la temporada 2019/20 y solo disputó tres partidos a duras penas, lo que las rodillas le permitieron claro. El PSV no le renovó tras el cierre de la campaña y por mientras se metió a comentarista en el medio local neerlandés, pero este domingo, anunció lo que uno se podía esperar de hace mucho: su retiro del fútbol.

Ha sido una noticia como dije arriba esperada, pero de igual manera dolorosa. A sus 34 años y con el historial de lesiones que tiene iba a ser complicado seguir en el fútbol claro está, pero duele mucho el hecho que no haya podido despedirse como debía ser, rodeado de su gente, con el club de sus amores haciéndole un pasillo agradeciéndole por los años de servicio... el final ha sido sentado en un plató de televisión tras media temporada como jugador libre.

No es el final que hace diez años me hubiese imaginado para la carrera de Afellay, aunque también es cierto que no ha tenido la carrera que imaginaba. Pasar años enteros sin pisar las canchas... ha dicho adiós sin poder despedirse con propiedad; deja la sensación de ser esa persona que cuando termina la relación se va sin más, dejando un sentimiento de desazón en el aire, sin cerrar las heridas tanto causadas como propias, esperando que el tiempo y el olvido lo curen todo. 

Que mal te has ido Ibi, pero es lo que ha tocado. Te vas del fútbol y yo me quedé sin comprar tu camiseta.

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