Durante la eliminatoria rumbo a Brasil 2014 estaba en Hosanna Visión con la versión televisada de Hablemos de Fútbol y luego había otro programa de deportes. Recuerdo al pastor Aurelio Ortíz, que presentaba el programa. Estuvo en el Rommel el día de aquella desgracia cubriendo el partido. Cuando faltaban cinco minutos Panamá ganaba 2-1, entonces decidió bajar de la zona de prensa hacia los pasillos para tener las entrevistas de primera mano y claro, para evitar la pobre logística al desalojar el estadio. Al llegar a la zona mixta se encontró con jugadores llorando, Klinsmann consolando a los hermanos Dely Valdés y a toda una afición resquebrajada. Al enterarse del marcador final no lloró. Subió a su auto, salió del estadio y se puso a dar vueltas por El Bosque a las tres de la madrugada. No podía ser posible, no lo podía creer.
A nadie le gusta recordar aquel partido en el que a falta de 90 segundos para el final estuvimos en el repechaje. Duele, duele mucho inclusive solo de recordarlo para escribir este texto, pero es necesario saber siempre de dónde venimos para saber a dónde vamos... o por lo menos para dónde queremos ir. Tres años y medio después, la Hexagonal empareja nuevamente a estas dos selecciones en el Rommel Fernández en donde obviamente, lo que se busca es un resultado totalmente diferente. ¿Revancha? Difícilmente puede considerarse como tal, pero es bastante claro que hay que entender el hoy tal como lo que es, una oportunidad para mejorar lo que puede ser un gran mañana. La misión de enfrentar a Estados Unidos nunca es sencilla, pero lo que queda claro es que se debe intentar y con las armas que se tienen, pensar en sumar de a tres no debe verse como un sueño totalmente distante.
Tras el descalabro en Puerto Príncipe las alarmas están a todo dar, no por el resultado per se, más bien por todo lo que acarreó no poder reaccionar ante un marcador adverso tras salir a especular en un feudo que no debía ser problema si se mantenía la idea de compromisos anteriores. Con la esperanza de que se haya aprendido la lección del encuentro pasado, ya se presentó la alineación de cara al partido de este martes por la noche con la alineación de dos delanteros desde el principio y con mayor posiciones de cobertura para los volantes de llegada. Quedó muy claro en el partido anterior que es imposible ganar un partido si no existe una coherente distribución de balones desde el medio y principalmente las bandas para la parte delantera del equipo. Ante un equipo que despliega mucho su fútbol por el área central, la conocida propuesta del desborde panameño parece acertada.
Agresividad a más no poder es lo que se pide por parte de Panamá, pero la misma debe ir acompañada de serenidad e inteligencia en lo que respecta a control de un centro del campo que se vió infinitamente superado el pasado viernes. Con el regreso de Gavilán Gómez al once titular se espera que se recupere la posesión que nunca existió ante los trinitarios, así como una adecuada distribución hacia las bandas como para la parte frontal del campo. A pesar de esto que, en teoría, representa una mejoría para el desarrollo del juego, sigue siendo motivo de gran preocupación la lentitud de la última línea. A excepción de Román Torres, los otros tres jugadores que se encontraban -y que repetirán- en la cancha el último partido dieron muestras del agotamiento en su mayor expresión, algo propio de los años seguramente así como de la lógica superioridad del biotipo que tenía el adversario de turno.
Del otro lado de la cancha, el gran peligro. Bruce Arena re-debutó con una holgada victoria de 6-0 sobre Honduras en California, en donde no solamente los goles marcaron la pauta; la armonía con la cual esta selección volvió a jugar luego de muchos meses de incertidumbre con Jurgen Klinsmann en el final del proceso era algo que se había olvidado para el fútbol norteamericano. Volver a las bases posicionales ha resultado más que a la perfección, entendiendo que el fuerte de este equipo siempre ha sido el fútbol colectivo con un desarrollo muy frontal, pero con clase suficiente para hacerlo. Con Michael Bradley como principal arma en ese centro del campo, Estados Unidos tiene la garantía de que armas líneas de pase sobre las de los rivales es algo más que sencillo de realizar. Quitarle tiempo para pensar a este señor, así como bloquear los posibles pases hacia los costados que tenga serán fundamentales para poder quebrar la fluidez de este conjunto.
Para fortuna de Bradley, el combinado de las barras y las estrellas tiene armas adelante con la suficiente capacidad para entender todos los movimientos de su hábil líder en el centro del campo. La veteranía de muchos aporta bastante, pero principalemente lo que puede realizar Christian Pulisic es más que determinante; el juvenil del Borussia Dortmund tiene una calidad de juego envidiable, inclusive única dentro de todo CONCACAF. Su visión del campo le permite encarar en el momento adecuado, así como complementar las paredes necesarias para dejar a sus compañeros frente a frente a la portería contraria y por supuesto, tiene un golpeo de balón como de cualquier jugador de primer nivel mundial. Detenerlo por la banda izquierda será una tarea bastante complicada para un Adolfo Machado que deberá procurar evitar que reciba el balón a espaldas de la portería, mejor perspectiva que tiene para detectar asistencias y potenciales acompañantes de las jugadas.
No será un partido fácil y de salida parece ser muy favorito Estados Unidos. Además de la calidad de equipo, hay que luchar contra los momentos anímicos, muy distintos entre ambas selecciones, lo cual será un factor a seguir con mucho cuidado. Panamá puede ganar, esto está claro. Para poder presentarse frente a frente ante una selección que llega en alza hay que desempeñarse de forma casi perfecta, en una performance pocas veces dada por este equipo. Si se quiere seguir peleando por un cupo directo a la Copa del Mundo hay que hacer algo tan imponente, que sólo sea posible verlo para creerlo posible.