Cada vez que consumes una bebida energética, una dosis de taurina y cafeína ingresan a tu organismo para funcionar como estimulante físico y psicomotor, lo cual propicia la mejora del organismo en cuanto a rendimiento aeróbico como anaeróbico, así también en el ámbito mental, ya que están comprobados sus efectos positivos en el rendimiento mental y en los cambios de carácter. No es un tema de generación, sino más bien de época; todos aquellos que trabajan al frente de una pantalla por ocho horas o más al día entienden de las bondades de estos productos. En lo personal, no consumo mucho de estas bebidas, prefiero quedarme dormido en cualquier lugar y en cualquier momento antes que forzar mi cerebro a un esfuerzo que no está dispuesto a hacer. Si no lo hago en momentos que parecen adecuados, mucho menos comparto las ideas de la gran mayoría de intrépidos (tú que me lees, estoy seguro que lo hiciste y no miento, alguna vez lo hice) de mezclar esta clase de productos con alcohol.
Además de exótico, es gravemente peligroso ya la mezcla de estimulantes sexuales con depresores puede provocar ritmos cardíacos anormales. A pesar de que, como todo en esta vida, depende de las cantidades de consumo, no se puede negar que tiene su cuota positiva y otra negativa. Como todo gran emporio del siglo XXI, la marca de bebidas energéticas más famosa del mundo ha encontrado cabida dentro del fútbol en distintas latitudes, pensando claramente en la expansión de la marca y en abarcar en la medida de sus posibilidades mercados de todo tipo. Este año ha tenido una mayor repercusión esta expansión comercial a lo interno de nuestro deporte, ya que el proyecto más ambicioso de la empresa está teniendo frutos difíciles de ignorar.
Invertidos poco más de 50 millones de euros de cara a la presente campaña, el primer club de la antigua Alemania del Este que aparece en la Bundesliga desde 2009 se ha convertido en la sensación de la campaña, dado que ha llegado al fútbol estelar alemán peleando de tú a tú con quien se le ha cruzado enfrente a tal punto de ubicarse en la punta de la clasificación del torneo. Una de las plantillas más jóvenes de entre las ligas más importantes de Europa ha demostrado que no hace falta tener nombres entre las escuadra para atreverse a romper lo tradicional y pelear por acabar con las hegemonías. Más allá de los resultados, es indiscutible que los pupilos de Ralph Hasenhüttl están desplegando un estilo de juego bastante bondadoso a la vista, ponderando el buen trato del balón a ras de suelo y explotando la frescura de sus piernas para desequilibrar en las bandas.
Un club que empezó oficialmente en el 2009 desde la quinta división tras la absorción del SSV Markanstädt luego de ser rechazado por diversos equipos y que en siete años ya esté en la división de honor peleando por el liderato es algo sin lugar a dudas digno de admirar, lo cual hace traer recuerdos de algunos meses atrás que restauraron un poco la fe en el fútbol moderno. La sensación de que el pequeño puede enfrentar sin miedo a los grandes sin duda hace que uno se sienta afín a su causa; sin embargo, mirar con un poco más de detenimiento toda la historia que le da contexto al conjunto que hoy se conoce como RB Leipzig, la euforia se reduce un poco. Por si a alguien se le hace ajeno el asunto, lo primero que se debe saber es que se le considera el equipo más odiado de Alemania.
¿Porqué? La ambición del magnate Dietrich Mateschitz no fue vista con buenos ojos desde sus primeras ofertas en territorio teutón, siendo rechazado por más de tres clubes antes de adquirir al conjunto de cuarta división. Un club en un principio cambió los colores del equipo que había absorbido, no tenía divisiones inferiores, sino que las tuvo que comprar, se ganó el odio de un país en donde la cultura fútbol va muy arraigada al sentido de identidad y pertenencia, tanto así que en partido de la Pokal los aficionados del Dinamo Dresden les hicieron sentir su inconformidad de una forma bastante gráfica. Junto a las disposiciones económicas que la institución ha impuesto para no cumplir a cabalidad las reglamentaciones del fútbol alemán, el odio colectivo de los enamorados del fútbol en el país teutón se puede contagiar con bastante rapidez.
Simpatía, odio... cada quien tiene su percepción en referencia a las circunstancias que envuelven este equipo. Lo cierto es que el BolaCésped del este de Alemania ha llegado, ha representado una afronta a los paradigmas habituales de este país en cuanto a nuestro deporte se refiere y está para seguir dando de qué hablar por mucho tiempo. Cambios de humor, emociones que van como polos opuestos son una muestra de los efectos de la taurina.
Además de exótico, es gravemente peligroso ya la mezcla de estimulantes sexuales con depresores puede provocar ritmos cardíacos anormales. A pesar de que, como todo en esta vida, depende de las cantidades de consumo, no se puede negar que tiene su cuota positiva y otra negativa. Como todo gran emporio del siglo XXI, la marca de bebidas energéticas más famosa del mundo ha encontrado cabida dentro del fútbol en distintas latitudes, pensando claramente en la expansión de la marca y en abarcar en la medida de sus posibilidades mercados de todo tipo. Este año ha tenido una mayor repercusión esta expansión comercial a lo interno de nuestro deporte, ya que el proyecto más ambicioso de la empresa está teniendo frutos difíciles de ignorar.
Invertidos poco más de 50 millones de euros de cara a la presente campaña, el primer club de la antigua Alemania del Este que aparece en la Bundesliga desde 2009 se ha convertido en la sensación de la campaña, dado que ha llegado al fútbol estelar alemán peleando de tú a tú con quien se le ha cruzado enfrente a tal punto de ubicarse en la punta de la clasificación del torneo. Una de las plantillas más jóvenes de entre las ligas más importantes de Europa ha demostrado que no hace falta tener nombres entre las escuadra para atreverse a romper lo tradicional y pelear por acabar con las hegemonías. Más allá de los resultados, es indiscutible que los pupilos de Ralph Hasenhüttl están desplegando un estilo de juego bastante bondadoso a la vista, ponderando el buen trato del balón a ras de suelo y explotando la frescura de sus piernas para desequilibrar en las bandas.
Un club que empezó oficialmente en el 2009 desde la quinta división tras la absorción del SSV Markanstädt luego de ser rechazado por diversos equipos y que en siete años ya esté en la división de honor peleando por el liderato es algo sin lugar a dudas digno de admirar, lo cual hace traer recuerdos de algunos meses atrás que restauraron un poco la fe en el fútbol moderno. La sensación de que el pequeño puede enfrentar sin miedo a los grandes sin duda hace que uno se sienta afín a su causa; sin embargo, mirar con un poco más de detenimiento toda la historia que le da contexto al conjunto que hoy se conoce como RB Leipzig, la euforia se reduce un poco. Por si a alguien se le hace ajeno el asunto, lo primero que se debe saber es que se le considera el equipo más odiado de Alemania.
¿Porqué? La ambición del magnate Dietrich Mateschitz no fue vista con buenos ojos desde sus primeras ofertas en territorio teutón, siendo rechazado por más de tres clubes antes de adquirir al conjunto de cuarta división. Un club en un principio cambió los colores del equipo que había absorbido, no tenía divisiones inferiores, sino que las tuvo que comprar, se ganó el odio de un país en donde la cultura fútbol va muy arraigada al sentido de identidad y pertenencia, tanto así que en partido de la Pokal los aficionados del Dinamo Dresden les hicieron sentir su inconformidad de una forma bastante gráfica. Junto a las disposiciones económicas que la institución ha impuesto para no cumplir a cabalidad las reglamentaciones del fútbol alemán, el odio colectivo de los enamorados del fútbol en el país teutón se puede contagiar con bastante rapidez.
Simpatía, odio... cada quien tiene su percepción en referencia a las circunstancias que envuelven este equipo. Lo cierto es que el BolaCésped del este de Alemania ha llegado, ha representado una afronta a los paradigmas habituales de este país en cuanto a nuestro deporte se refiere y está para seguir dando de qué hablar por mucho tiempo. Cambios de humor, emociones que van como polos opuestos son una muestra de los efectos de la taurina.