La dinámica de lo impensado


Panamá, 20 de diciembre de 2016



Querido Dino:


Todavía recuerdo con mucha claridad aquella tarde en la que lo conocí. Todo pasó tan rápido. Recién había vuelto de mi servicio social de secundaria cuando se me dio la oportunidad. Entre un aluvión de felicidad y una cuota bastante grande buena fortuna, llegué al antiguo local de KW Continente en Vía Argentina para conversar por poco más de una hora sobre lo que tanto amo con usted.

Se suponía que era una entrevista de trabajo, pero terminó siendo una conversación de lo más amena, de esas que sólo el fútbol puede hacer posible entre dos completos extraños. Saber que no era hincha del Barcelona o el Real Madrid fue lo primero que me hizo creer en su proyecto y sentirme entusiasmado de la posibilidad de formar parte de él. Pero una vez dentro del mismo, nunca me iba a imaginar la repercusión que iba a tener en mí.

Soy de los que me gusta aprender, algo que con usted hice en demasía. La Máquina de River, Farro-Pontoni-Martino, el centro ja y la figura del mítico José Sanfilippo... no me puedo quejar, usted me abrió la mente al fútbol de verdad y puedo presumir de haber aprendido más de lo que me hubiese podido imaginar en mis cortos años de vida.  

Me duele un poco porque no puedo decirle hasta luego, ya que ni viviendo tres veces podré hacer los méritos necesarios para ir al lugar donde usted se encuentra ahora mismo, pero me consuela el hecho de que tampoco le digo adiós, ya que las personas sólamente mueren cuando se les olvida, algo que tenga la plena seguridad, jamás va a ocurrir en su caso.

Gracias por todo, no me van a alcanzar el resto de mis días para agradecerle por todas las lecciones que me ha dejado en estos años de conocernos. A pesar de toda la tristeza que abarca su partida física, no puedo dejar de pensar que ahora está en paz y eso me reconforta; no tiene idea lo feliz que me hace saber que está en un lugar mejor y que si a alguien le duele su partida de este lado, es porque realmente hizo las cosas bien.

Usted me enseñó que el fútbol es mucho más que un juego, es pasión y religión, a tal punto que es el arte hecho deporte. Jamás olvidaré quien fue y todo lo que me inculcó estando bajo su dirección, más que un amigo y jefe, fue un segundo padre para mí. Creo que no podría despedirme de usted sin recordar al gran Dante Panzeri cuando se refirió a nuestro amado deporte como la dinámica de lo impensado, algo bastante puntual para la vida misma también.

Descanse en paz, Don Dino Cardellicchio.
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