Los aplausos infinitos


Me había costado mucho poder sentarme frente a la computadora en las recientes semanas. En ningún momento quise hacer las ya conocidas previas-guías de cada evento porque en realidad me he encontrado con semanas bastante complicadas enfocado en mis prioridades como profesional, y principalmente porque los formatos de los torneos que se han venido dando no me gustan, porque alimentan la mediocridad en cierta forma. Han sido semanas importantes para el fútbol internacional, desde la Copa América Centenario que afortunadamente ya finalizó y de la Euro igualmente concluida, que en nivel fue de más a menos.

A pesar de la disminución del nivel futbolístico, hay cosas que todavía se rescatan, porque señoras y señores, no hay nada como el fútbol. Creo que jamás me aburriré de repetir esa frase, pero las circunstancias que se han presentado en recientes días no pueden hacer más que afirmar la certeza de esta premisa. De los 24 equipos nacionales que se han hecho presente en la gran cita del fútbol europeo en Francia muchos quedaron a deber, muchos, pero también hubo selecciones que, muy a pesar de los resultados, se despidieron del certamen con una nota alta por lo presentado.

El mayor exponente de los desamparados y los equipos pequeños sin duda alguna fue la selección de Islandia. Los pupilos de Lars Lagerback llegaron hasta la ronda de los cuartos de final, en donde cayeron a manos del anfitrión conjunto galo tras un abultado marcador y una noche importante de Antoine Griezmann así como de Dimitri Payet. Se cumplieron las expectativas con que no podría dar la talla en un partido de tremenda índole, seguramente por el hecho de contar con poca, para no decir nula experiencia, en instancias y circunstancias como las que se presentaron en el juego, caso puntual la afición que por primera vez en todo su torneo, estuvo en contra.

Pero, la imagen menos importante que todos tenemos de este equipo en la mente es del equipo recibiendo cinco goles; todos, hablo en plural sin mayores compromisos, nos volvimos seguidores de este equipo, unos antes que otros. Mi primer encuentro con este equipo fue en las eliminatorias de cara a esta competencia, cuando recibían en Reikiavik a la Oranje. Antes de ese compromiso llegaban de gran forma y con la estela de equipo sin nada que perder, situación que ratificaron con un triunfo que desnudó muchas cosas en aquel momento, para ambas selecciones. Tras ese triunfo las cosas siguieron saliendo a la perfección para Lagerback y compañía, hasta finalmente obtener su puesto en la Euro como segundo lugar del grupo A.

Una dubitativa serie de amistosos de preparación no fueron impedimento para que el sueño se hiciera realidad en Francia. El país de 300 mil y tantos habitantes demostraba sus cualidades al mundo, logrando meterse a los octavos de final como segundo lugar del grupo, por encima inclusive del posterior ganador de la competencia. La euforia colectiva se disparó mucho más por los cielos cuando en la ronda de 16 remontaron y eliminaron a Inglaterra que parecía tener argumentos para hacer algo más importante en esta competencia.

Todos, todos nos volvimos hinchas islandeses, principalmente por el saludo de la afición para con su equipo que todavía eriza la piel de sólo recordarlo. Aquella sensación de ver a un equipo chico entre tantos grandes y hacer lo impensado siempre genera ilusión, porque el fútbol hoy en día ha sido reducido al interés económico, a la posibilidad de que unos pocos acaparen todo y se queden con la gloria. Demostrarle al mundo que no sólo con grandes nombres se pueden alcanzar cosas importantes y que el trabajo en equipo si se hace bien siempre prevalecerá sobre las individualidades son cosas que debemos agradecérselas a este equipo.

El fin de esta travesía distó mucho de ser un momento triste. Es cierto, todos lamentamos su eliminación y por tan abultado marcador porque soñábamos con hacerlo ver algo impensado, pero asumiendo una verdad no tan complicada de digerir, lo que queda por pensar es alegría y orgullo de ver a un equipo de estas magnitudes alcanzar lo que logró. Ese saludo característico de la afición islandesa quedará grabado en nuestras memorias por mucho tiempo. Gracias por todo Islandia, los aplausos para ustedes serán infinitos.
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