Catalizador asesino


Por más que era del conocimiento de todos que la selección de Gales llegaba con una interesante plantilla de cara a esta competencia, no se puede dejar de pensar que su clasificación hasta las semifinales fue una verdadera sorpresa. Los pupilos de Chris Coleman mostraron solidez en todas sus líneas durante los seis partidos que estuvieron en la competencia, demostrando por sobre todas las cosas que existía un libreto de juego y que el no haber llegado a improvisar a Francia tuvo frutos tangibles.

La derrota ante Portugal en semis fue clara, contundente y dolorosa, incuestionable desde donde se hubiese querido ver. Los posteriores ganadores del torneo fueron superiores en el compromiso, aprovechando las desatenciones/nervios galeses y administraron los hilos del partido a su placer. Parecía que los británicos habían perdido la brújula durante todo el compromiso, esa que los ayudó a llegar hasta una instancia inimaginable inclusive desde la primera ronda.

Ajá, Aaron Ramsey se perdía el partido por acumulación de tarjetas. He ahí la respuesta. No cabe la menor duda, ni siquiera la discusión, que el centrocampista de 25 años fue la figura que con un superlativo desempeño empujó de la carreta de los dragones durante todo el certamen llevado a cabo en territorio francés, con un trabajo que claramente superó en expectativas y en relevancia a Gareth Bale, futbolista del Real Madrid que igualmente se lució en el torneo.

El futbolista del Arsenal fue la bujía principal en el 3-5-2 que durante todo el torneo utilizó Coleman. Con un equipo destinado técnica y tácticamente a correr, el jugador que lo hacía con mejor criterio sin duda alguna era Ramsey. La potente pero lenta defensa galesa tenía muchos problemas para encontrar salida adecuada a los balones recuperados, ya que la principal idea una vez la pelota yacía en jugadores como Ashley Williams o Ben Davies era enviarla larga hasta los pies de Bale. Cayéndose de su peso lo predecible de esta estrategia, el '10' les sirvió siempre como oxígeno para esas salidas, siempre respaldado por los Joes.

Nadie mejor para la transición defensa-ataque que Aaron. Una vez la esférica salía de los dominios en la zaga defensiva, la capacidad de otorgarle balones a los carrileros (convertirse en uno en grandes lapsos de los partidos) y a Bale se convirtió en esencial, puesto que más allá del simple pase, la generación de espacios era su fuerte. Hal Robson-Kanu y Anthony Vokes, los dos centrodelanteros de Gales también sintieron la importante contribución de su líder en el mediocampo, dado que muy a pesar de jugar espaldas de la portería, la mayoría del tiempo, llegaban con claridad gracias al buen timing de Ramsey.

Cuando se le quitó esa pieza, hasta allí llegó la selección de Gales. Andy King lo reemplazó en el encuentro, pero evidentemente no fue lo mismo y el equipo resintió esa falta de precisión en los pases y en la visión de terreno para saber que hacer con el balón ante los lusitanos. Quizás, la historia hubiese sido otra con Ramsey en la cancha, pero como es popularmente conocido, el hubiese/hubiera, no existe.

Uno de los futbolistas que más eco tiene dentro de la liga inglesa y la cultura pop mundial por aquella lamentable coincidencia cada vez que anota goles sorprendió con su alto rendimiento en la gran fiesta europea, dando a entender que debe ser un jugador a seguir más allá del mito. Cuando Gales apuntaba a salir con pelotazos largos para el extremo del Real Madrid, Ramsey apareció como ese catalizador justo y necesario de fútbol, uno con un verdadero instinto asesino.
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