El efecto Beckham


Hoy 2 de mayo cumple 41 años David Beckham. No puedo creer la velocidad con la que los años llegan sobre nosotros, los cuales muchas veces nos hacen cuestionarnos seriamente en qué y cómo estamos aprovechando la vida que, por muchas expectativas que hayan, nunca se sabe si terminará súbitamente o algo por el estilo. Disculpen que me ponga a divagar de entrada, pero es que mi mente sigue en un alto estado de negación con respecto a la velocidad en la que transcurre el tiempo, y ver a Beckham envejecer es una prueba de ello.

El Spice Boy. No hay duda que todos recordamos al inglés, pero me he percatado con el pasar de los años que muchos lo ponen en una esfera selecta de futbolistas con gran talento o que por sus capacidades dentro de la cancha marcaron para siempre un antes y después en este deporte. Ante este tipo de situaciones he mantenido una postura que quizás no muchos conocen, pero que hoy la hago pública: déjense de joder.

Beckham fue un buen jugador de fútbol, punto. Catalogar al inglés como uno de los jugadores más importantes de la historia me parece una ofensa para quienes apreciamos este deporte en su estado más puro. Como deportista jamás poseyó ese talento para revestirlo como un jugador a seguir y ejemplificar para presentes y futuras generaciones, ya que su nombre lo construyó a punta de otras cosas que se escapan del engramado. Tenía una técnica envidiable ciertamente, pero tampoco para todo el eco que generó su carrera.

Una página en Facebook, la cual me parece interesante y les recomiendo seguir, contextualizaba a la perfección lo que realmente Beckham representó para el fútbol: el prototipo de futbolista que, los que nos interesa este deporte, odiamos: un jugador que se interesa más por su peinado, las entrevistas, el alcance que tenga en los medios de comunicación por su sonrisa o extravagancias por encima de su rendimiento dentro de la cancha, algo que consiguió a la perfección y conquistó el mundo gracias a ello.

Su paso por el Real Madrid fue un éxito gracias a la venta de camisetas plenamente, porque en lo futbolístico careció de argumentos como para considerarlo un inmortal. Si hay que hacer memoria de su trayectoria como blanco, lo único realmente a destacar dentro de la cancha para él fue el último semestre de la segunda gestión de Fabio Capello con el equipo, en donde siendo honestos sí mostró algo de lo que tanto se le exigía.

Tuvo un peso sustancial sobre la MLS, ya que su llegada a Los Ángeles despertó un interés mayor por el mundo de cara al fútbol de uno de los países más poderosos del mundo, pero esto gracias a su rentabilidad como imagen, ya que en lo deportivo muy poco. Si hace falta comprobar esto, los invito a sentarse frente al televisor un sábado o domingo a la tarde para ver fútbol norteamericano: un nivel pobre para un sistema con estadios y centros deportivos tan de primer mundo, siendo la liga mexicana un ejemplo en cuanto a calidad para ellos, pero que sin duda alguna es una atractiva oportunidad para hacer mucho dinero.

Sus eventuales y breves pasos por Milán y París también son una muestra de la rentabilidad de la imagen de David Beckham, que saltó a la cancha durante su carrera con más peinados y looks diferentes de los que alguna vez se pudo imaginar David Bowie. El inglés ha sido una muestra de lo que verdaderamente representa el fútbol del siglo XXI para los dirigentes, empresas y equipos mismos: un negocio. Para los románticos de este deporte, se podría asegurar que el esposo de Victoria es el pionero de la decadencia del fútbol.

Pensar en todo lo que ha sido Beckham para el mundo y el fútbol es lamentable, puesto que no fue siempre así. Cuando en 1992 debutaba con el Manchester United daba muestras de un potencial gigante, principalmente gracias a su facultad para cobrar las jugadas a balón parado, lo cual se vio a lo largo de su trayectoria deportiva y por goles que hacían alucinar a todo Old Trafford e Inglaterra por completo. Es por esta razón que elegí una foto de su etapa en los Red Devils para este texto, ya que fue la única etapa de su carrera en la que fue más futbolista que imagen.

Ah... se me olvidaba: feliz cumpleaños, David.
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