El arte de oler la sangre

La Final de la Champions League siempre es un suceso que nos hace sentir una amalgama de sentimientos, desde la alegría, pasando por la expectativa y principalmente la tristeza; el jugarse este partido representa el cierre de la temporada a nivel de clubes, hecho que nunca celebramos porque significa que tocará esperar hasta mediados de agosto para ver actividad de las ligas.

Sea como sea, la cita para definir al Campeón de Europa suele congregar a los mejores equipos de toda la temporada. Para esta edición quizás no hayan llegado específicamente los equipos que han terminado con mejor forma la temporada, pero que en sus llaves de eliminación directa fueron más contundentes, siendo difícil no pensar que hubo mérito de sobra para jugar en Wembley.

Como una muralla

Tras una, a confesión personal, sorpresiva presentación de Lenny Kravitz (no por la calidad del artista, sino del hecho en sí de que sería Kravitz el encargado de la apertura) empezaba un partido que en la previa tenía como favorito a los merengues. Con este supuesto siendo el discurso de todos los que pudimos analizar en encuentro en su previa, los alemanes salieron a la cancha con la convicción de que no tenían nada que perder, poninendo contra las cuerdas al Real Madrid.

En su plan de partido, Terzic apostó por esperar a los merengues en el último tercio de la cancha, aspirando a castigar mediante contragolpes orquestados por más de cuatro jugadores en ofensiva. Así fue como llegaron con peligro a la portería de un Courtois, que reemplazaba a un Lunin que la suerte no lo acompañó al engriparse justo antes del partido más importante hasta ahora de su carrera. Sea como sea, el belga respondió a la altura de su nombre cuando fue exigido.

Terzic apostó por esperar a los merengues en el último tercio de la cancha, aspirando a castigar mediante contragolpes

La primera ocasión de peligro vino por medio de Adeyemi, quien recibió un alucinante balón en profundidad. El joven alemán logró quitarse de enfrente al guardameta rival, pero su control fue demasiado prolongado, lo que permitió a Nacho intervenir de manera exitosa una ocasión que desde toda perspectiva debió ser definida como gol para el Borussia Dortmund

Con esa dinámica de repliegue y contragolpe fugaz siguió planteado el equipo alemán, teniendo otra muy clara con su clásico nueve de área como lo es Fulkrug. Si bien es cierto el delantero estaba en fuera de lugar, la dramática manera en la que el balón no entró nos dejó a todos boquiabiertos. El descanso llegaba y el Dortmund había sido más peligroso, pero curiosamente se chocaron constantemente con una muralla.

Oliendo la sangre

El Madrid y la Champions tienen una complicidad única. Es como esa pareja que, no importa los años que pasen, cuando se vuelven a encontrar pasan el mejor tiempo posible juntos. Independientemente de las vicisitudes que se les interpongan en el camino, van a encontrar la forma de reunirse, porque la pasan muy bien juntos.

Siendo incapaz de castigar como debían los teutones a los españoles, la segunda mitad del compromiso tendría un desarrollo sumamente distinto. Las constantes aproximaciones en ataque del Dortmund en el primer tiempo le terminaron pasando factura a sus jugadores, ya que sin haber traducido en ventaja numérica esas aproximaciones ya tenían a los delanteros y volantes bastante agotados.

Sin haber traducido en ventaja numérica esas aproximaciones, el Dortmund ya tenía a los delanteros y volantes bastante agotados para el complemento

Fue entonces que los merengues empezaron a asociarse con más criterio. Por el costado de Vinícius se iba haciendo cada vez más accesible desbordar, ya que Ryerson fue siendo dejado muy solo para contener el volumen de juego con el que atacaba el Madrid. El primer gol llegó por un cabezaso de Carvajal tras un córner muy bien cobrado por Kroos, pero lo cierto es que ya venían dejando la sensación, por lo menos media hora antes, de que el gol podría caer en cualquier momento.

Y luego del gol se acabó. El Dortmund no supo sacudirse del aluvión que le había caído encima desde el arranque del complemento, a tal punto que regaló el segundo gol del encuentro. Maatsen en un inentendible lapsus hizo un pase al medio estando presionado por los rivales para encontrar al Bellingham, que a su vez habilitó a un Vini completamente desmarcado y que concluía las acciones.

El Real Madrid logró su Champions League número 15 como todos esperábamos. Aunque nos agarró desprevenidos el ver lo mucho que la sufrió en la primera mitad, este equipo sabe castigar su huele sangre de un conjunto que dude al enfrentársele en su competencia predilecta. 


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