Aquella lucidez


La temporada 2015/16 ha sido particularmente especial en el fútbol de Inglaterra. Uno de los temas que no ha dejado a nadie indiferente en todas las mesas del fútbol mundial y espacios del vasto universo que es el internet sin lugar a dudas ha sido la temporada que viene realizando el Leicester City, que contra la lógica que obligatoriamente se da en este deporte, son los líderes.

Por encima de todos los cumplidos o aplausos que se puedan llevar los dirigidos por Claudio Ranieri en una temporada histórica para los humildes foxes, su condición de líder llega a una fase de la temporada sensible, en la cual tres partidos en jornadas consecutivas ponen en cuestión las posibilidades reales de este equipo de ser monarca del fútbol inglés: Liverpool, Manchester City y Arsenal. Klopp era el primer obstáculo.

Debo confesar que no le he dado el seguimiento a pertinente a este equipo como para poder hacer un texto a profundidad de las fortalezas y bellezas, pero esto no quiere decir que haya ignorado lo que han venido haciendo o que jamás los haya visto. De igual forma las referencias que existen son muchas, las cuales no pueden dejar a nadie insatisfecho o carente de información.

Ciertamente lo que quedaba por delante era ver el espectáculo que este modesto equipo realizaría junto a los Reds, los cuales también han estado haciendo las cosas bien pero que, como en todos los años que este torneo cambió de formato a Premier League, las dudas no dejaban de salir a flote. Sin embargo, pudieron tomar el control del balón y del ritmo del encuentro en el King Power Stadium, pero sin la puntería necesaria como para anotarle al hijo de una de las leyendas más grandes en la historia de toda la liga inglesa.

Iniciada ya la segunda mitad, era clara la idea del equipo conducido por el eterno segundo puesto: una férrea defensa a la espera de cualquier desliz que en el aspecto de transiciones de balón pudiesen tener los visitantes. Más allá de no tener la pelota consigo, llegaron con más peligro a la portería de Mignolet que el visitante, el cual sólo paseaba la pelota de un lado hacia otro.

De pronto, ellos aparecieron. La igualdad se rompía cuando el argelino Riyad Mahrez recuperaba una pelota en el centro del campo y enviaba un balón por alto hacia adelante, donde Jamie Vardy estaría esperando para dejarla picar una sola vez antes de disparar desde fuera del área para que esa esférica superara en la altura de dirección al guardameta belga y así desatar la locura en el estadio.

Posteriormente un fallo de la defensa en un balón que parecía sencillo permitía al delantero de 29 años volver a aparecer en el marcador y hacer el gol definitivo para quien se mantiene líder de la Premier League al menos por una jornada más.

Tras el buen partido visto, las sensaciones que deja son diversas. Primeramente el método conservador pero aguerrido para jugar al fútbol por parte del equipo de Ranieri tuvo la efectividad deseada ante el excesivo e inútil dominio del balón por parte del visitante, que dio fe nuevamente de una premisa clara en este deporte, refiriéndose a la inutilidad de posesión sin los resultados deseados.

Muy, muy práctico es la Cenicienta de esta temporada en Inglaterra. Aquella lucidez de sus dos pilares fundamentales fue suficiente y necesaria para superar una tarea que evidentemente era bastante complicada. Verlos jugar hace que nazca un incosciente deseo de que triunfen en esta campaña a pesar de lo complicado que se pueda ver.
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