Feliz día de reyes a todos. Para los recuerdos de nuestra infancia y porqué no, de nuestro presente, es un día triste, puesto que concluye el ciclo de festividades navideñas y nos toca guardar arbolito, luces... todo hasta el próximo diciembre. Faltan sólo 12 meses, verán que diciembre llegará en un parpadeo.
Parte de las primeras noticias futbolísticas que se nos presenta en el 2016 es la destitución de Rafa Benítez como entrenador del Real Madrid tras media temporada. Para el madridismo y todos los que miran el toro desde la barrera esperaban esta noticia con ansias desde hacía mucho tiempo, era evidente que la filosofía del nacido en la capital española no iba acorde a lo que se espera de uno de los mejores equipos del mundo.
Más allá del anuncio esperado, soy de los que considera que, por las circunstancias en las que llegó el entrenador, debía permanecer al menos hasta el final de la campaña, para poder darse tiempo de encontrar un sustituto de gran nivel y para no ser tan grosero con alguien que, a inicios de este siglo, logró ganarlo todo desde el banquillo.
Nada de eso sucedió. Con sensaciones de incertidumbre y hasta de derrotismo, muy bien fundamentadas, el cambio del estratega se ha dado y el nuevo responsable de los hilos merengues será nada más y nada menos que Zinedine Zidane, alguien que no necesita presentación... como futbolista.
Todas las circunstancias que envuelven el presente del conjunto blanco tienen un común denominador. Ese condimento que ha estado en los momentos incómodos tiene nombre y apellido: Florentino Pérez. El agua tibia no se ha descubierto con esta aseveración evidentemente, pero resultan tan increíbles las cosas que suceden que ha llegado un punto en el cual todo parece insostenible.
Dentro de toda la crisis, todos se ven nerviosos e inclusive tristes... todos menos Florentino. El presidente del Real Madrid es una perfecta representación de lo que son los dirigentes del fútbol: manipuladores, mentirosos y cobardes. Cada vez que durante la temporada (en el 0-4 puntualmente) se le ha ido recriminando algo con los coros de dimisión, ratificaba al entrenador, desviando la atención para el criticado estratega en una evidente estrategia para limpiarse las manos.
Para el primer entrenamiento de Zizou con el equipo, hubo un lleno total en el estadio Alfredo Di Stéfano, pensando en las buenas y grandes sensaciones que los aficionados tienen para con su nuevo estratega. Lo cierto es que, siendo un entrenamiento a puertas abiertas, hasta Mourinho podía estar en el banquillo blanco y la afición iba abarrotar el complejo deportivo madridista.
El máximo dirigente se ha vuelto un cáncer para la institución. Sus decisiones en dos períodos bajo la presidencia del Real Madrid han dejado algunas alegrías ciertamente, pero más tristezas y decepciones para una institución que en un iniciado 2016 todavía no sabe exactamente a lo que juega.
Durante esta fecha conmemorativa todos hablamos de Melchor, Gaspar y Baltazar, los tres reyes magos que según la tradición llegaron con oro, incienso y mirra a la cuna de Jesús. En esta semana sin mayores inconvenientes Florentino Pérez podría ponerse sus mejores túnicas y enfilarse en la travesía de los tres reyes magos para presentar su regalo: la ilusión/mentiras.
Parte de las primeras noticias futbolísticas que se nos presenta en el 2016 es la destitución de Rafa Benítez como entrenador del Real Madrid tras media temporada. Para el madridismo y todos los que miran el toro desde la barrera esperaban esta noticia con ansias desde hacía mucho tiempo, era evidente que la filosofía del nacido en la capital española no iba acorde a lo que se espera de uno de los mejores equipos del mundo.
Más allá del anuncio esperado, soy de los que considera que, por las circunstancias en las que llegó el entrenador, debía permanecer al menos hasta el final de la campaña, para poder darse tiempo de encontrar un sustituto de gran nivel y para no ser tan grosero con alguien que, a inicios de este siglo, logró ganarlo todo desde el banquillo.
Nada de eso sucedió. Con sensaciones de incertidumbre y hasta de derrotismo, muy bien fundamentadas, el cambio del estratega se ha dado y el nuevo responsable de los hilos merengues será nada más y nada menos que Zinedine Zidane, alguien que no necesita presentación... como futbolista.
Todas las circunstancias que envuelven el presente del conjunto blanco tienen un común denominador. Ese condimento que ha estado en los momentos incómodos tiene nombre y apellido: Florentino Pérez. El agua tibia no se ha descubierto con esta aseveración evidentemente, pero resultan tan increíbles las cosas que suceden que ha llegado un punto en el cual todo parece insostenible.
Dentro de toda la crisis, todos se ven nerviosos e inclusive tristes... todos menos Florentino. El presidente del Real Madrid es una perfecta representación de lo que son los dirigentes del fútbol: manipuladores, mentirosos y cobardes. Cada vez que durante la temporada (en el 0-4 puntualmente) se le ha ido recriminando algo con los coros de dimisión, ratificaba al entrenador, desviando la atención para el criticado estratega en una evidente estrategia para limpiarse las manos.
Para el primer entrenamiento de Zizou con el equipo, hubo un lleno total en el estadio Alfredo Di Stéfano, pensando en las buenas y grandes sensaciones que los aficionados tienen para con su nuevo estratega. Lo cierto es que, siendo un entrenamiento a puertas abiertas, hasta Mourinho podía estar en el banquillo blanco y la afición iba abarrotar el complejo deportivo madridista.
El máximo dirigente se ha vuelto un cáncer para la institución. Sus decisiones en dos períodos bajo la presidencia del Real Madrid han dejado algunas alegrías ciertamente, pero más tristezas y decepciones para una institución que en un iniciado 2016 todavía no sabe exactamente a lo que juega.
Durante esta fecha conmemorativa todos hablamos de Melchor, Gaspar y Baltazar, los tres reyes magos que según la tradición llegaron con oro, incienso y mirra a la cuna de Jesús. En esta semana sin mayores inconvenientes Florentino Pérez podría ponerse sus mejores túnicas y enfilarse en la travesía de los tres reyes magos para presentar su regalo: la ilusión/mentiras.
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