Los románticos


No hay persona más entusiasmada previo a un partido de fútbol que uno mismo. No, es el hincha que pasó al lado tuyo con la bandera pintada en el rostro o el que ahorró dos semanas para realizar el viaje con el equipo hasta tierras extrañas, eres tú. Todos llegamos a demostrar en algún momento nuestra simpatía por un club con cánticos, gritos, lo que sea, realmente el poder sentir los colores es una sensación casi comparable con la de celebrar un gol. Esto es casi parte de la naturaleza del hombre.

De todas partes y de todas las formas aparecen encuentro tras encuentro aquellos hinchas que lo dejan todo por su equipo; personas que desinteresadamente sólo buscan la alegría de celebrar con los jugadores, sí, esos son los románticos.

El problema de todo es excederse con las muestras de afecto, felicidad, euforia y todo aquello que genere el romance con un club. Como la muestra más fresca que nos queda es la imagen de este texto, mostrando la Piazza di Spagna en Roma después de que hinchas del Feyenoord hicieran el viaje a la capital italiana para ver a su equipo jugando ante la Loba por la Europa League. Entre otras cosas, más de 30 hinchas holandeses fueron detenidos y diversas trifulcas individuales se suscitaron previo al encuentro del pasado jueves.

Resulta increíble el pensar que en la segunda década del siglo XXI se vivan escenarios como éstos, pero más increíble aún resulta que no sea el primer incidente del 2015, con los nefastos antecedentes en Guinea Ecuatorial y la madre de todas, en Egipto.

No es un secreto que el fantasma de los Hooligans perseguirá toda la vida al fútbol; historias de batallas y sangre protagonizadas por personas que en algún momento (de manera absurda) pensaron que con los golpes harían respetar el nombre de sus equipos. Lamentablemente estos son catalogados por algunos como los más fieles, los más cercanos, los más enamorados a un club.

Es muy triste que se vean las cosas de esta forma. El norte de un verdadero hincha debe ser el estar allí para su equipo alentando, moviendo la bandera en el estadio, apoyando con los cánticos, colaborando con el mosaico, haciendo el viaje, moviendo cielo y tierra, abrazando al hermano desconocido... Eso hace un verdadero romántico del fútbol.



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