Así conocí a Mané



A inicios de este año se estaba dando la eliminatoria de los 16avos de final de la Europa League. El Ajax había caído eliminado en la fase de grupos de Liga de Campeones (vaya novedad) y le tocaba jugar la ronda de 32 de la Europa League. Las expectativas eran altas luego del sorteo, ya que se medían al Red Bull Salzburg, equipo en teoría inferior, pero que había ganado todos sus compromisos en la primera ronda.

Para no traer viejos fantasmas a la mesa, obviemos aquel global de 6-1 en el que los austriacos humillaron al equipo de Ámsterdam y gustaron a toda Europa. Ese éxito que se esfumó cuando el Basel los eliminó en la ronda siguiente tuvo puntos altos, como lo fueron Jonathan Soriano, Kevin Kampl, Martin Hinteregger y Sadio Mané.

El dorsal número diez del equipo de la marca de los dos toros dejó en los dos partidos que le presté mucha atención una curiosidad muy grande. Sus arranques por izquierda y por el centro de la cancha lo hacían un jugador de mucho cuidado. Hizo lo que quiso con Van Rhijn, Veltman, Moisander y Denswil cuando salía a desbordar y habilitar a quienes estaban en el área chica.


Ante los suizos siguió haciendo lo mismo, pero las últimas jugadas en aquella llave no terminaron de completarse ante la sobria defensa. El senegalés siempre mostró sus desbordes e inclusive su olfato goleador, principalmente cuando los delanteros abrían camino por la banda con esos conocidos y necesarios movimientos sin balón.

A las malas le conocí, en una goleada a mi equipo, pero créanme, no puedo estar más agradecido de haberlo hecho. Esta mañana al verle en el once inicial del Southampton por primera vez desde su llegada en el Deadline Day en liga vinieron a mi mente estos recuerdos de un pasado muy cercano.
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