El tiempo
es arena en mis manos…
Me resulta
difícil de creer que hayan pasado ya 3 años del accidente de Gustavo, algo que
jamás se pudiera imaginar ni el más negativo ni el más envidioso. En el
transcurrir de una gira una descompensación que haya tenido resultados tan
lamentables impacta mucho, por lo menos a mí me impactó.
Luego del
sentimiento de impotencia, de verdadera frustración y claramente tristeza sólo
me ha quedado esperar. Esperar a que una situación tan delicada cambie y vuelva
todo a la normalidad. Al final de todo quiero pensar que esto es sólo un sueño,
un sueño del cual Gustavo no ha podido despertar, pero que constantemente lucha
para conseguirlo. Del 2010 para acá la vida y la música de Cerati se han vuelto
un tabú, un tabú que es prohibido pero que resulta necesaria.
Las muestras
de cariño han sido incontables, desde las redes sociales con el movimiento
#fuerzacerati hasta múltiples gestos de arte, y un mural muy especial afuera
del complejo donde hoy yace Gustavo, con miles de mensajes de apoyo y fuerza. Tengo
la gran satisfacción de haber tenido la oportunidad de enviarle un mensaje de
cariño y apoyo por medio de unos amigos en Argentina que han plasmado para
siempre el mensaje que le querido hacer llegar a Gus.
Del mismo
dolor vendrá un nuevo amanecer, un amanecer que cuando llegue será especial,
mágico e inolvidable para todos aquellos que hemos esperado por tanto tiempo. Ante
las indiferencias y especulaciones no se puede hacer nada, quizás tarde en
llegar su deseado regreso, pero al igual que él tengo la convicción de que al
final hay recompensa.
Quizá mi inspiración a estas alturas para hacer un escrito breve sea la mejor, pero no me cabe duda que la espera y las buenas intenciones mueven montañas, porque de tantas cosas que he aprendido con Gustavo Cerati la que más me ha marcado es que nunca debes subestimar el poder de los deseos...